La experimentación es el principio de toda forma. Es en base a ella que los pioneros del lenguaje descubrieron que el espacio podía desglosarse, que un plano tenía su contraplano, que se podía construir progresiones narrativas en el tiempo, o montajes paralelos, etcétera. La experimentación es la oportunidad de desafiar el lenguaje, porque su base es animarse a contestar esa pregunta crucial en todo arte: “¿y qué pasa si..?”.
Hace poco nos encontramos con esta pieza, In Youth, Beside the Lonely Sea (1924-25), cuyo autor es desconocido, y que explota la sobreimpresión y la división en varias pantallas, incluso antes del Napoleón (1927) de Abel Gance. Nos impresionó su lirismo, su ritmo, los juegos con las formas y el montaje, que construyen cierta melancolía visual. Por eso quisimos compartirlo.
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