VERANO 1993 (2017)

Algunos apuntes sobre el Nuevo Cine Catalán

En Catalunya está pasando algo que podría ser una “nueva ola de cineastas”. Habrá comenzado hace menos de 10 años, y algunos de sus exponentes tienen entre 26 y 42 años. Hablamos de directores y directoras como Isaki Lacuesta, Carla Simón, Oliver Laxe, Alba Cros y Elena Martin. Todos graduados en Barcelona, tanto en la Universidad Pompeu Fabra como en la Autónoma de Barcelona, fueron abriéndose paso en un mundo tan determinado por los festivales como lo es el circuito europeo. No hay un cine catalán sino varios, pero hay miradas que afloran al abrigo de ciertos contextos, y formas de hacer similares que se manifiestan en un mismo momento. Pensar en películas como Les amigues de l’Ágata (2015, Alba Cros, Laia Alabart, Laura Ríus, Marta Verheyen), y sobre todo el de Estiu 1993 (2017, Carla Simón), quizás sirva para tener un atisbo de lo que está sucediendo de nuevo en el cine catalán.

Carla Simón hizo su debut en la pantalla grande y arrasó en los festivales, la prensa, los premios Goya, y ocupó un espacio mental en la cabeza de muchas personas. Pensando en cómo podía escribir qué pensaba de Estiu 1993 y de Les amigues de l’Ágata, en cuanto a narrativa y emoción, me di cuenta que Andréi Tarkovski (en su libro Atrapad la vida) había dicho mucho mejor lo que yo estaba tratando de decir muy torpemente. Básicamente lo que sucede es que ambas películas tienen una naturalidad, o un naturalismo, a la hora de contar una historia. Un naturalismo en el tiempo, en la imagen, en los diálogos, en todo. Ambas películas tienen un vínculo forma-contenido que funciona como “expresión” de vida más que “representación” de la misma. ¿Qué quiere decir esto? Que el cine se manifiesta como una imagen más “directa” de la realidad, y no como un teatro artificial. Es una afirmación engañosa, y un poco confusa, ya que todo cine es representación. Pero lo que Tarkovski quiso decir, creo, es que hay formas y formas de contar la realidad, y hay una que se asemeja más a una expresión sincera y otra más a un artificio. La segunda tendría que ver más con evidenciar los recursos del cineasta, con la exageración, con el planteo directo de lo que se quiere decir a través de la puesta en escena. Y la primera tiene que ver más con la sensación que, por ejemplo, queda después de ver Estiu 1993: algo así como una imagen que contiene la ilusión de la vida. Según Tarkovski, la ilusión se aloja en los pequeños fragmentos, en las herramientas cinematográficas que permiten fijar la singularidad de un momento. ¿Qué hay de singular en la experiencia de Frida, la protagonista? ¿Cómo siente ella? ¿Qué sensaciones táctiles, auditivas y emocionales están en juego? Desde el punto de vista de la protagonista, Simón fija la singularidad de esos instantes, y transmite una experiencia vital, a través del tiempo en los planos, las conversaciones, la luz de los lugares, y los sonidos.   

Esta sensación que queda después de haber visto Estiu se debe un poco a cómo fue el rodaje de la película que, de nuevo, tiene que ver con ciertos planteos que Tarkovski hace en su libro. Simón escribió el guión en base a su experiencia personal en relación a su madre y su familia. Una amiga fue a una charla de la directora y me contó lo siguiente: cuando llegó el rodaje Simón armó una dinámica casi de juego con las niñas actrices para generar el clima que deseaba, sin explicar precisamente qué pasaba ni quién sentía qué. Consistía en que la niña más pequeña, Paula Robles, jugara a que los actores David Verdaguer y Bruna Cusí eran sus papás. La dinámica y la confianza quedó establecida, y ahí Simón incorporó a Laia Artigas, que encarna al personaje de Frida. Esto generó el clima y las dinámicas necesarias para que corriera la historia, casi no era necesario actuar. El grueso de la película se decidió en montaje, luego de tener las escenas fundamentales y suficiente material filmado. Si eso sucedió así, efectivamente, entonces los actores “vivían literalmente en el fragmento”, como plantea Tarkovski. No era necesario que representaran ni que pensaran en la idea que ellos tenían de sus personajes, sino simplemente bastaba con que fuesen sus personajes. “En la vida real un hombre está sometido a sus propios sentimientos, no conoce la dramaturgia de su propia vida ni tampoco la construye, si se es fiel a sí mismo”. Otro punto a favor de Estiu 1993, es el tema del idioma, tan controversial en España. Que una película subtitulada le haya ido tan bien en otras regiones es significativo, y un camino a seguir para un país que quedó cerrado idiomáticamente después del paso de Franco. En mi caso personal, la vi en Barcelona sin subtítulos. Por lo que la vi en un catalán que, a lo que había llegado a Barcelona hace unas semanas, no lograba entender muy bien. Eso colaboró con esa sensación de ser un niño e intentar socavarle el significado a las cosas a como dé lugar. Estiu 1993 no es una película magnífica, con un gran significado o una forma nueva de contar las cosas: es honesta, es leal a sus personajes y se planta en el punto de vista para contar sensorialmente una experiencia de vida.  

Y con respecto a Les amigues de l’Ágata lo que sucede es un poco lo mismo: la temporalidad de los planos, y la sensación física que cada uno de ellos transmite, expresa la experiencia de los personajes. Es como tener una dosis de vida ajena: no hay grandes efectos, no hay grandes recursos, sino el registro de algo similar a la vivencia de lo real. En este caso no va sobre una niña que se tiene que adaptar a un nuevo contexto, sino sobre una joven que quiere desligarse de un contexto viejo. No voy a ahondar en esta película porque no está, ni estuvo, en la cartelera uruguaya, y en estos momentos es bastante difícil de conseguirla por otras vías. Estiu 1993 sí está y parece que va a quedarse por un tiempo más. Artificio o ilusión: no importa; la cuestión no es qué cine es mejor que otro, sino pensar en cómo es que funciona cada uno de ellos, para entender un poco mejor qué modos tenemos de comprender la vida.

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Título: Estiu 1993 / Año: 2017 / País: Estados Unidos / Dirección: Carla Simón / Duración: 96  min/ Guión: Carla Simón /  Música: Ernesto Pipó / Montaje: Ana Plaff / Elenco: Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusi, Diego Verdaguer.

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