Ya nos plantamos en contra y a favor de su última Dunkerque (2017) y parece que todavía queda una más para salir. Es cierto, sus películas agitan las trincheras de cinéfilos y críticos, incluso de los más perezosos y eso se lo agradecemos. Pero repasando lo que habíamos vistos de él llegamos a la conclusión de que, aunque algunos rescatamos algunas, era más lo que nos caía mal que otra cosa. Así es que vimos la oportunidad, siempre bienvenida, para dedicarnos un rato a uno de nuestros caprichos favoritos, los todos contra. Ya lo habíamos hecho con Iñarritu y con La La Land (2016). Hoy le tocó a Nolan.
Escriben: Andrea Pérez, Agustín Fernández, Flavio Lira y Juan Andrés Belo.
FOLLOWING (1998)
Las películas de guión, aquellas que hacen de sus vueltas de tuerca y de la potencial sorpresa en el espectador por sus giros narrativos, corren con el mismo peligro que las canciones cuyo mayor atractivo reside en que la letra tenga chistes. Es muy posible que solo funcionen una vez, y que las ganas o el interés en volver a verlas o a escucharlas sea nulo. ¿Cuántas veces uno quiere volver a escuchar un chiste? ¿Hay algo más en Los Sospechosos de Siempre (1995) aparte de su revelación final? Following, la primera película de Christopher Nolan, es un poco una película de guión. En esto hace acordar bastante tanto al film ya nombrado de Bryan Singer como a las peores películas de David Mamet, donde dos personajes se traicionan una y otra vez. Estéticamente hace pensar mucho en Pi (1998), también. Pero principalmente hace acordar a miles de películas de recién egresados de Escuela de Cine, con algo de cine visto, algo de ingenio, y la ambición de ser el nuevo Kubrick. Following sólo se diferencia de ellas en que, con el paso del tiempo, Nolan se volvió para algunos algo así como el Stanley Millenial (aunque va a tener que competir con Aronofsky y también con Villenueve). Verla ahora significa rastrear sus rasgos primitivos de autor, el núcleo duro de su filmografía. Y en ese sentido, Following solo se vuelve un borrador más simpático del bodrio total que es Memento. En ambas hay astucia pero no inventiva: si sus tramas fuesen narradas en orden cronológico sólo serían policiales ordinarios, sin nada especial. Sus personajes femeninos son inevitablemente traicioneros. El cinismo canchero gana por goleada. Y los intelectuales, o aquellos que tengan algún tipo de afición o sensibilidad, son unos pobres boludos que van a terminar siendo devorados por el mundo, que ya se sabe es malo malo malo. Escribir sobre Folllowing en el 2017 es escribir con el diario del lunes. Pero es también una advertencia a futuro: cuidado con alentar a las bestias negras. (FL)
MEMENTO (2000)
Lo confieso: cuando tenía 15 años Memento era de mis películas favoritas. En aquel momento, con una ignorancia total de las herramientas “atrapantes” del cine, para mí el juego narrativo era todo. La astucia de lograr contar una historia al revés me flipaba la mente, y en mi imaginación, de ahí se desprendían cientos de pistas y piezas para armar el puzzle más intrincado que hubiese visto jamás. La vi una docena de veces, la estudié hasta el detalle y luego la olvidé, siguiendo adelante con un aprendizaje curricular del lenguaje y un recorrido personal por la historia del cine. Cuando volví a verla, a los 23 años, más consciente de las posibilidades de lo cinematográfico, quedé perplejo: ¿dónde estaba lo que me fascinaba? No había magia en ningún lado: todo era un mecanismo de la narración, una astucia que, imaginada en orden, carecía de ese poder que ahora me resultaba crucial: las emociones en el cine, la capacidad de las imágenes yuxtapuestas para invocar sentidos múltiples, para despertar incógnitas que no se resuelven con una vuelta de tuerca narrativa. En Memento, ahora, todo parecía demasiado armado, demasiado controlado, demasiado previsible y, al fin y al cabo demasiado trivial. Era una trampa y había caído. No sería la última vez. Lo que sí entendí desde entonces es que, si para que una historia cobre carácter es determinante contarla al revés, entonces esa historia no vale nada. (JAB)
NOCHES BLANCAS (Insomnia, 2002)
Es más fácil darse cuenta de lo que representa esta película en la filmografía de Nolan en retrospectiva. Es la segunda película del director en Hollywood, remake de una exitosa película sueca (anticipo de varios levantes que Hollywood le haría a los nórdicos), con actores reconocidos y con un presupuesto todavía moderado (para Hollywood). Son los estudios, poniendo a prueba a su nuevo pichón inglés, antes de confiarle el reboot de Batman y un primer presupuesto colosal. Y el pichón demostró ser eficiente, sumiso y respetuoso. La irreverencia trasgresora de poner a Pacino a sobrepasar la línea del “bien” (con lo que seguiría coqueteando en Batman), demuestra su verdadera cara de corrección política con el desenlace, tan predecible como conservador. Nolan reproducía el código del policial de los ’90, pero con más vistosidad y solemnidad -aunque las caras de Pacino revolcándose en la cama eran, en realidad, dignas de los más crueles memes. Ayudaba así a fundar cierta impronta del cine policial siglo XXI made in USA, que se cree trasgresor, pero que en realidad se basa en la buena moral norteamericana y la necesidad de redimir ciertas “tendencias oscuras”, mediante desenlaces de ideología clara, bien pensantes y capaces de anular cualquier ánimo genuino de transgresión. Ejemplos podrían ser aquella Law Abiding Citizen (2009) o la Crimen Perfecto (2007) con Anthony Hopkins y Ryan Gosling. Nolan debe ser el típico padre que invita a los hijos a hacer relajo pero con orden. Con mucho orden. (JAB)
BATMAN INICIA (Batman Begins, 2005)
Para los directores hollywoodenses dirigir un tanque de superhéroes es siempre un hecho trascendente, que significa volverse imparables o fracasar rotundamente, pero que es ante todo el indicio más claro de éxito, y de que la persona cuenta con dos o tres aspectos que la industria considera sagrados, que son el oficio y cierto talento, y quizá una última característica muy importante: juventud. Nolan, con 36 años y tres películas que habían dado cuenta de que se podía manejar bien y hacer las cosas atractivas, estaba dirigiendo Batman con la posibilidad de convertirse en un títere de los productores o con la posibilidad de imponerse. Bueno, no parece haber pasado ni una cosa ni la otra. El personaje y todo lo que le acontece, que es un montón considerando que empieza desde su infancia hasta su confirmación como Batman (un montonazo realmente), pasan como flotando tipo globos de helio por las dos horas y algo de película sin pena ni gloria. Se tilda de película oscura pero hoy es imposible decir lo mismo, porque todo lo que se puede detectar como “oscuridad” es solo un gesto repetido entorno a los fantasmas de la infancia de Bruce Wayne, y el acercamiento al mundo corrupto de Gotham es una versión demasiado limpia y funcional como para creerla o alarmarse. No es dramática ni graciosa, no se para en ningún extremo de los géneros, no explota ningún aspecto de su personaje, se filma toda según los cánones universales y a demanda, es decir; si es una escena de pelea se filma tipo artes marciales, si es una persecución se filma como en un policial de acción cualquiera, si es una escena que dá igual se filma con planos contra planos y así, todo muy correctamente manejado pero con gusto a nada. No da ni para quererla ni para odiarla. Vista este año, hace pensar qué buena que es la LEGO Batman (2017). (AF)
EL GRAN TRUCO (The Prestige, 2006)
Es una lástima que ésta historia haya sido contada como se contó. Es interesante, sobre todo los vínculos entre los personajes, las decisiones que toman, lo que sienten, de dónde vienen y a dónde van. Tanto el personaje de Hugh Jackman como el de Christian Bale son personajes que generan mucha curiosidad. Pero el director los ignora, lo que me hace cuestionarme cómo será la novela de Christopher Priest. Nolan sacrifica el bagaje vital y la psiquis de sus personajes para hacer avanzar la historia más rápido. Es bastante molesto, te cuentan qué pasa y los ves ir de aquí para allá, pero creo que nunca estás cerca de entenderlos. No hay tiempo para detenerse. No empatizás, los ves decidir y pelearse pero estás muy lejos de sentir lo que ellos. La dirección de arte es buenísima y los climas podrían haberse aprovechado mejor. Imagino la misma historia donde el director nos deje acercarnos más a Angier y Borden, y pienso que de verdad sería una buena película. Una pena. (AP)
BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE (The dark knight, 2008)
The dark knight es una película inaugural en varios sentidos, incluso más que la anterior dirigida por Nolan, Batman Begins (2005). Fue saludada como un retorno a un cine de acción inteligente después de los esperpentos chirriantes de Joel Schumacher en Batman Forever (1995) y Batman y Robin (1997). Se elogió su oscuridad, su relevancia política, su retorno a las fuentes más sombrías propias del comic hecho por Frank Miller.
El problema fundamental, de cualquier manera, es que Nolan y sus defensores confunden la obviedad con la inteligencia. Y también una actuación carismática (la de Heath Ledger como El Guasón) no solo con una buena actuación (Ledger tuvo momentos mucho más altos y mucho más sutiles en películas peor tratadas) sino también con una buena película. Es casi que una película destinada a volverse una remera. Una frasecita que parece ingeniosa y en realidad no tiene sentido.
Nolan cree que intelectualizar a Batman es asociarlo con el estado omniprescente en contra del terrorismo. Y para ello necesita recalcarlo con dos escenas particularmente burdas. En una vemos una filmación casera de El Guasón decapitando a un personaje, en plan Al Queeda. En la otra se nos revela un sistema de vigilancia ciudadana cercana a lo inmoral. No hay muchos matices en esto. Nolan quiere hacernos creer que somos inteligentes como espectadores por encontrar las semejanzas con eventos políticos, pero en última instancia sería lo mismo que incluyera en pantalla un cartel de neón enorme que dijera: “ESTO ES RE ISIS”.
Probablemente no sea necesario ser sutil a la hora de hacer una película sobre un niño rico medio facho que se disfraza de murciélago para tomar justicia por mano propia. De hecho Tim Burton, en la mejor de todas las versiones del comic, Batman Returns (1992) decidió hacer una sátira macabra sobre el mito. Pero Nolan no tiene sentido del humor. Y tampoco tiene mucha idea de cómo construir una escena de acción. Entender las relaciones de causa-efecto dentro de las explosiones y estallidos es tan difícil e incomprensible como hacerlo en las Transformers de
Michael Bay. Pero al menos Bay (con todo lo horrible, inmirable y eterno de sus films) no se toma tan en serio.
Si, The Dark Knight representa un punto de quiebre dentro de la representación del super héroe dentro del cine norteamericano. Dejaron de ser unos macacos con los calzoncillos para afuera y pasaron a ser figuritas de plomo que reflejan el caos y desconciertos de nuestros días. Por eso ahora tenemos a Hombre de Acero (2013) y Batman vs Superman (2016) de Zach Snyder. Pila de gracias, Christopher. (FL)
EL ORIGEN (Inception, 2010)
Se sabe que Nolan hace películas basadas en los giros de tuerca y en las tramas que funcionan como capas de encastre. La única diferencia entre sus detractores y sus defensores, es que unos odian los giros de tuerca y las tramas pajeras intrincadas, y otros simplemente aman todo eso. Unos son demasiados sonsos y los otros tan ilusos que andan pidiéndole al tipo que se ponga a hacer poesía. El origen (2010), es quizás el climax de ésta discusión, en la que los que lo aman no pueden creer cómo el nivel de ingenio y de lógica en el cine parece no tener límites, y los que no lo quieren se ofenden porque anda hablando de los sueños y de cosas sensibles como excusa para hacer una película de espías medio volada, donde Di Caprio podría ser un espía cualquiera sin profundidades forzadas, y nadie se ofendería. Encima sucede que los que lo quieren a Nolan se ponen a compararlo con Kubrick y con cosas que a un cinéfilo lo ponen sensible (se la buscan también). Pasa con El Origen, como si fuera poco, que para los que quedamos afuera del amor pajero por lo minuciosamente calculado, se convierte en un embole soberano. Y no es que esté “mal filmada” o “mal actuada” (y no importa mucho en este caso) sino que resulta complicado entrar al mundo maravilloso de los sueños a través de las palabras de los viajantes. Nadie dice que filmar el guión de Inception vaya a ser un trabajo fácil, pero ¿en serio solo podemos verlos hablar? Por suerte cada tanto hay un efecto increíble en el que se derrumban las construcciones arquitectónicas de los sueños, sea una habitación, un edificio o una ciudad entera, y la imagen con toda su profundidad se quiebra, partiendo así la percepción de los espacios. Momentos por suerte bastante largos como para tomar aire, hasta que vuelvan los personajes charlatanes, que intentan dar cuenta de cuán increíble es todo lo que están viviendo y de cómo ahora hay que insertar una idea en lugar de hacer la otra cosa que hacíamos antes y “wow, que zarpado todo”, y uno que se está quedando afuera piensa, “¡PERO NO SE ENTIENDE NADA!”. Y acá es donde aparecen los fans empedernidos, que siempre están mucho más atentos, y que encima si la vieron ocho veces entonces discuten con una ventaja innegable ante alguien como yo, a quien el entrevero le resulta tan enrome y el esfuerzo por intrincar las cosas se le figura a un nivel tan intenso de esquizofrenia, que lo único que le queda para ganar la discusión eterna es ir a las manos o empezar a putear a Nolan por cheto. Además de que no solo los fans le llueven a Inception sino también los BAFTA y los OSCAR y los yo-qué-sé-qué. Y bueno sí, la pseudo-inteligencia vende y vende re bien. (AF)
BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE (The dark knight rises, 2012)
Batman me encantaba, en cualquier formato. Tanto que fui a ver ésta película sóla al cine. Nadie me acompañó y yo no me la quería perder. Al final, la película que me dio igual, se fue sin pena ni gloria de mi memoria a las pocas semanas. Pero el tiempo pasa y la visión se reajusta. Hoy me acuerdo y pienso: plata mal gastada, vueltas de tuerca estúpidas y malos personajes. Es inevitable compararla con su predecesora The Dark Knight (2008): que sin ser una joya (seamos honestos, ¿qué podemos pedirle al cine de superhéroes?), es una película que tiene personajes interesantes y una oscuridad mucho más digna del dark knight. Lo oscuro de la película del joker está en la psicología rota y sin sentido de este personaje. Harvey Dent tiene esa corrupción final que también tiene lo suyo, la psiquis de ésta gente termina haciendo a la película mucho más que la parte de “hay que salvar a Ciudad Gótica”. Ledger hizo uno de los mejores jokers, haberla dejado por ahí hubiera sido la decisión más sana. Pero no, había que meter taquilla a cara de perro con Marion Cotilliard en un personaje bastante espantoso, Tom Hardy con bozal y Anne Hathaway haciendo de una Catwoman que no le llega ni a los tobillos a Michelle Pfeiffer. Lo que más aburre y molesta de The Dark Knight Rises es toda la representación americana de Ciudad Gótica en contraposición a esa “cosa” medio-oriental de Bane y la Liga de las sombras. ¿Qué onda con eso? El final parece una broma de inicios de siglo: el malo en realidad es una marioneta del personaje que se hacía pasar por el más noble pero en realidad es una mente perversa en menos de cinco minutos. Ah, y pensás que el héroe se muere pero eso también era mentira. Es un espectáculo lleno de errores, al menos la anterior tenía una mejor caracterización. Hay un guilty pleasure que conservo todavía: la música de Hans Zimmer me gusta. Que le siga dando a los timbales y las cuerdas para hacerte llorar o asustarte a diez mil decibeles, está todo bien. (AP)
INTERESTELAR (Interstellar, 2014)
1. El Sr. Nolan se cree capaz de mostrar lo que ocurre dentro de un agujero negro: para él esos espacios no representan el misterio insondable de lo humano en el universo, sino una pieza en sus mundillos cuadrados para exponer, decir una idea concreta, más bien simplona, sobre la percepción humana del tiempo y por supuesto, dotar al relato de una astuta vuelta de tuerca. (Se lo compara con Kubrick pero jamás Kubrick pretendió decir algo y comprender lo que le ocurría a su personaje al final de 2001: Odisea del Espacio (1968).
2. Ya que la nombramos, referenciarla mediante un robot parecido a HAL-9000 que emula la forma del monolito que iluminaba a los primates en el comienzo de 2001, es de una ñoñería tal que da vergüenza ajena, además de hacer agua por todos lados cuando esto se ubica en un futuro con tecnología de vanguardia: ¿de verdad la Ergonomía no logró inventar nada más práctico que eso, en un mundo donde el hombre hace viajes interestelares?
3. Cuando un personaje tiene que utilizar un pizarrón para explicarnos algo, la cosa va por mal camino. Cuando un pizarrón no alcanza y los personajes tienen que empezar a explicarse a ellos mismo una y otra vez, todo está perdido.
4. Un personaje dice dos veces seguidas “eureka”, mientras tira unos papeles por un balcón, porque descubrió algo: vergüenza ajena.
5. Interstellar tiene una de las muerte más ridículas de la historia del cine, cuando uno de los personajes no llega a la nave porque el montaje lo retrasa y parece quedarse parado, esperando que una ola gigante se lo lleve.
6. Parafraseando a Hitchcock, díganle a Nolan que para mensajes está el wassap. (JAB)