El año pasado, en su 11va edición, el Festival Detour organizo un evento que consistía en una serie de charlas y encuentros orientados a cómo enfocar el audiovisual desde la “sostenibilidad”; relacionando la “sostenibilidad” directamente a la preservación del medio ambiente. En sólo dos días de foro se dio lugar a conversaciones que desarrollaban y fomentaban la idea de hacer “rodajes sostenibles” u organizar eventos o festivales de manera ecológica.
Este año, en su 12va edición, el festival se esforzó en reorientar el concepto de sostenibilidad en el cine. Las charlas se enfocaron en una idea mucho más amplia de lo que implica que el cine sea “sostenible”, con gran variedad de puntos de vista que giran en torno a la reproducción y preservación de los medios audiovisuales, e incluso hablando de una sostenibilidad mental, intentando romper con el pensamiento común de la creación del arte como un concepto inherentemente auto-destructivo.
Fabien de Macedo (Clermont-Ferrand, Francia), quien ha trabajado en el prestigioso Festival de Cortometrajes de Clermont-Ferrand desde 2008, ofreció una charla titulada “Panorama del mercado internacional de cortos”. De Macedo destacó la importancia de los festivales y mercados de cortometrajes como un espacio esencial no solo para la visibilidad de las obras, sino también para su comercialización y distribución efectiva. Señaló que la creación de cortometrajes no debe limitarse al simple acto de producción, sino que también debe pensarse en cómo hacer que esas obras lleguen al público y sean redituables, algo que muchas veces se descuida. Además, subrayó la relevancia que se le da en el Clermont-Ferrand a los talleres formativos y la educación de los jóvenes realizadores, fomentando una generación de cineastas mejor preparada para enfrentar los retos del mercado internacional.
Esta charla, sumada a una intervención final de Ilén Juambeltz (realizadora uruguaya de cortometrajes que ha presentado obras en el mercado del festival Clermont-Ferrand), fue esclarecedora al revelar un mercado de cortometrajes que se desconoce. Al profundizar en cómo funcionan festivales como el de Clermont-Ferrand, se demostró que los cortometrajes no sólo tienen un espacio importante en el ámbito internacional, sino que pueden ser redituables y poseen una economía propia. Se suma a la idea del cortometraje como medio de valor propio y rompe con el esquema habitual de que realizar cortos es sólo un punto de apoyo antes de producir un largometraje.
Por otro lado, María Zanocchi, productora ejecutiva con más de 20 años de experiencia, ofreció la charla “El sentido común como herramienta sustentable”, donde abordó la producción cinematográfica desde una perspectiva de eficiencia y creatividad. Destacó que, al no contar con un mercado cinematográfico autosuficiente, Uruguay requiere que los productores aprovechen los recursos de manera estratégica; “hacer las cosas bien”, centrarse en el desarrollo (haciendo énfasis en la escritura de guion) y planear las cosas desde la eficiencia.
Zanocchi subrayó la necesidad urgente de crear propiedades intelectuales propias, en lugar de enfocarse en la producción de contenidos extranjeros; el desarrollo de ideas originales es fundamental para construir una industria cinematográfica sostenible, ya que permite generar un patrimonio cultural y económico que impulse al cine local. Además, enfatizó la idea del equipo de producción como un organismo, donde cada miembro tiene un papel crucial en el éxito del proyecto.
La charla ofrecida por Florencia Fascioli y Natalia Hernández abordó la cuestión de la accesibilidad audiovisual desde una perspectiva crítica. Se planteó la falta de representación de personas con discapacidad en la función; enfocándose en la idea de que no es común ver este tipo de personajes si su discapacidad no está directamente relacionada a la trama. Señalaron que a estos personajes siempre se les presenta o como víctimas o como personajes extraordinarios, y prácticamente nunca desde la normalidad (Como ejemplo de una buena representación hablaron del niño de Anatomía de una caída (2023, Justine Triet), que es ciego sin que haya que “justificarlo” narrativamente de ninguna forma).
Durante la charla, proyectaron un fragmento de Volver a la luz (2024, Marco Bentancor y Alejandro Rocchi) en un formato accesible. Se utilizó esta película como ejemplo de una accesibilidad bien hecha: audio descriptivo que va a juego con el tono sonoro del documental, subtítulos que no chocan con la estética y lenguaje de señas puesto de forma que no interviene con nada en pantalla ni rompe con la iluminación de las escenas. Hablaron de la accesibilidad como algo inherentemente subjetivo, mencionando que siempre se partió de la idea del audio descriptivo como algo que tiene que ser “neutral y objetivo”, cosa que es una concepción muy anti-artística.
Subrayaron la necesidad de que la accesibilidad sea pensada desde el inicio del proceso creativo y no como una adaptación posterior. Se tiene a la accesibilidad como una traducción que forma más parte de la distribución que del desarrollo de la obra, cosa que provoca adaptaciones de mala calidad.
El Foro Abierto planteó la pregunta: ¿es sostenible la profesionalización del sector audiovisual uruguayo? En este espacio, se discutió la necesidad de atraer al público hacia el cine nacional, que aun enfrenta barreras de visibilidad y una percepción negativa por parte de los espectadores locales. La falta de financiamiento adecuado fue otro tema recurrente, destacando la dificultad de mantener una industria cinematográfica que dependa casi exclusivamente del amor al arte, sin garantizar la sostenibilidad económica de quienes trabajan en el medio; además de que, la falta de recursos económicos impone muchas trabas en la distribución, cosa que deriva en que las películas no lleguen a la gente. Se llegó a la idea de que no solo se necesitan más fondos e inversión para las producciones, sino también una reconexión con el público mediante películas que sean atractivas y divertidas.
Este foro dio lugar a una conversación fructífera, en la que personas con más o menos participación en el audiovisual expusieron sus puntos de vista sobre la producción y distribución de cine uruguayo. Se dieron interacciones entre gente como Mariana Viñoles, que dirigió siete películas, con gente como Nacho, el amigo de Mateo que la única película uruguaya que vio fue Acto de violencia en una joven periodista (1988, Manuel Lamas). Fue una charla muy interesante que debería repetirse en más instancias para seguir llegando a conclusiones y reflexiones sobre qué puede hacerse para hacer que el cine uruguayo llegue, valga la redundancia, a los uruguayos.
Gabriela Guillermo dio una charla titulada “Filmar con poco”. Guillermo, directora y productora uruguaya con una extensa trayectoria en el cine documental y de ficción, compartió su experiencia filmando con presupuestos reducidos. Desde París, Guillermo habló sobre las posibilidades que ofrecen las producciones de bajo costo, argumentando que no todas las ideas necesitan grandes sumas de dinero para ser realizadas. Defendió la creación de proyectos con los recursos disponibles, sin esperar siempre a los grandes fondos, y alentó a los cineastas a aprovechar oportunidades que les permitan experimentar y desarrollar nuevas ideas, incluso si ello implica trabajar sin un guion acabado (habló del guion como algo “creado por los productores” para saber si una idea es viable antes de realizarla) o hacer uso de técnicas de filmación más espontáneas y no convencionales.
En sintonía con esta perspectiva, Camilo Argimón y Marco Valenti, jóvenes realizadores uruguayos, cerraron el ciclo de charlas con su intervención sobre “Otras formas de producir cine: el camino no convencional”. Hablaron sobre el Espacio Ateneo, un colectivo que se dedica a la producción de cine independiente, explorando modelos no tradicionales de financiación y colaboración entre realizadores. Se habló de que es esencial repensar las formas de producir y distribuir cine, abriendo espacios de encuentro y apoyo mutuo entre cineastas que permitan que las obras puedan desarrollarse fuera de los canales convencionales.
La 12ª edición del Festival Detour amplió la noción de sostenibilidad en el cine al integrar no solo la preservación ambiental, sino también la viabilidad económica y la accesibilidad. Las charlas resaltaron la importancia de los festivales como plataformas de visibilidad y comercialización, así como la necesidad de desarrollar contenido original que fortalezca la industria cinematográfica local. Estas discusiones sentaron las bases para un cine más inclusivo y sostenible en Uruguay, promoviendo la colaboración e innovación en la producción y distribución de obras audiovisuales.
Fotografías (DETOUR) por: Lucía Silva, Lukas Alcaín y Santiago Nario.