SÁNGUCHE CALIENTE (2024): ¿Por qué ganó el premio a mejor película del DETOUR?

El jueves, con (casi) nada de promoción y recién salidita del horno (o culo) de PRYSA, Sánguche Caliente llenó la Sala Zitarrosa en su pre-estreno. Esto no es para nada una sorpresa ya que su director, Manuel Facal, es una de las figuras más queridas de nuestro cine. Achuras (2005), Achuras 2: Feto Voodoo (2013), Romeo contra la Muzzarella Lisérgica Asesina (2005), Fiesta Nibiru (2017)y obviamente Re Locos y Re Pasados (2013), probablemente la comedia uruguaya más pegada de este siglo (y la historia, ya fue), lo han establecido como un cineasta de género que, siempre con su mirada estrafalaria de las cosas, no teme tratar los temas más recónditos y vomitivos.  Entonces, ¿Qué es lo que tiene Manuel Facal para ofrecernos en su nuevo largometraje? Merca en el culo.

La justificación para que la cocaína llegue efectivamente al ano es un sánguche caliente, un proceso de contrabando en el que se esconden elementos en la cavidad rectal, utilizado principalmente para transportar sustancias ilícitas a través de una frontera nacional a otra. Halan (Alan Futterweit) utiliza esta estrategia cuando viaja al país vecino por una oportunidad de negocio, con la mala suerte de que el proceso se trunca y la bolsita que tenía guardada explota antes de llegar a Argentina. La rápida absorción de la droga por este medio de consumición lo lleva a estar re duro y re pasado en su travesía por Buenos Aires, mientras le pasan cosas típicas del turista uruguayo que va para argentina como: ser robado a punta de pistola por un uber, ser robado por un ninja, aprender a robar gracias a un misterioso tipo del interior, ser secuestrado por la Dama… Blanca… y querer cagar a un tipo inocente para después arrepentirse. Es bueno advertir que en medio de todo esto hay varios números musicales, muñecos truchos de He-Man y la grandísima Eva DansCarmen Vidal Mujer Detective (2005) y Agarrame Fuerte (2024)!).

Sánguche Caliente (Manuel Facal, 2024)

Este es un relato esencialmente Facaliano, con todas las especificidades y excesos que nos hemos acostumbrado a ver en sus películas: porro, referencias a la cultura popular ochentera, otras drogas, caca y Alan Futterweit. Ahora que lo menciono, qué bien que está Alan en su debut en un papel protagónico, o sea, actúa casi que sí mismo, pero le sale muy bien: maneja perfecto los timing cómicos y se entrega un 20.000% a cada uno de los frames; literalmente nació para este papel. Lo acompañan en el cast viejos conocidos en la filmo de Facal, como Luciano Demarco (el que se fuma todo el porro en Re Locos y Re Pasados), Emanuel Sobré (el violador de Fiesta Nibiru) y también algunas figuras del cine clase Z argentino como Pablo Parés (creador de la saga Plaga Zombie); además del propio Facal y su pareja Eva Dans, quienes también produjeron la película.

Hablando de esto, su producción fue totalmente independiente y autosustentada. En el Q&A, Dans y Facal comentaron que desde el guion la película se concibió como una obra de filmación veloz y eficiente, razón por la cual decidieron elegir como cámara la de un celular. Este factor la acerca más a Achuras, también sintiéndose como una película hecha con amigos. Pero como en aquella, este aspecto técnico nunca se vuelve un limitante, sino todo lo contrario: Facal y su equipo (que fue muy reducido, cabe aclarar) aprovecha la inmediatez de grabación para ser más ambicioso con su uso del lenguaje audiovisual.

¿Qué querés que te diga? A mí me puede un travelling bien utilizado, y en esta película hay varios que son excelentes, por lo general para destacar un chiste o reacción graciosa de alguno de los elementos dementes. También brilla el blocking de los actores, que son posicionados en el lugar correcto en el momento correcto. Ejemplos de este último recurso abundan, como en el número musical al principio en Cacho Burgers, cuando los actores se esconden y salen detrás de Halan, o en otros momentos que se pone al protagonista en Primer Plano, ocupando la mitad de la pantalla y los personajes al fondo. También se utilizan planos con mucha profundidad de plano (el lente 0,5 de la cámara seguramente) en multitud de planos, como manera de distorsionar la imagen; recurso ultratípico en las películas falopa (ej.: Fear and Loathing in Las Vegas), así como tirar un primer plano de otro personaje de la nada (ej.: Smiley Face).

Sánguche Caliente (Manuel Facal, 2024)

La edición aprovecha la multitud de planos para crear elipsis narrativas chetardas como en los números musicales al principio, en los que se repite la misma acción en diferentes contextos, y también se atreve a hacer cosas formalmente interesantísimas, como crear un mosaico a partir de varios planos de Halan mandibuleando o poner un video de El Bananero. Creo que la inclusión de este último logra captar un poco la esencia del montaje, muchos efectos de sonido se sienten salidos de un video del Youtuber (bueno, podrían salir de un clip de Bendita TV también).

Más o menos eso es Sánguche Caliente. Suena como otra bizarreada del director, hecha de manera rápida y sin amor (como el nombre de su productora indica), pero esto está lejos de ser verdad y el nombre de la productora es sólo un chascarrillo: Sánguche Caliente es una película bien pensada y hecha con tanto amor que roza la sobredosis. Antes de llegar a su ópera prima, Facal había escrito diez guiones, además de trabajar como guionista en proyectos de otros directores (el más famoso, su colaboración con Maximiliano Contenti en Al morir la matinée). En esta película se deja patente de que está bien versado en la escritura y estructuración de guiones, se ve una facilidad para crear personajes y situaciones que salen totalmente de la nada pero que dejan un impacto y suman a un cierre satisfactorio, además de conocer y saber jugar con la características del género.

¿Y dentro de qué género se encuentra Sánguche Caliente? Seguro está lejos del gore cómico de Achuras y Romeo contra la Muzzarella Lisérgica Asesina, o del body horror-cósmico-extraño de Fiesta Nibiru, sino que está más cerca de la comedia fumeta de Re Locos y Re Pasados, pero, a diferencia de esa película, esta se acerca más a ser una coming-of-age movie. Me explico: al final de la peli del 2013 medio que ningún personaje aprende nada y siguen en la misma, mientras que en esta Halan tiene un arco claramente definido en el que aprende a ser menos gil, lo que transforma automáticamente a la peli de la merca anal en nuestra Frances Ha (2012).

Igual, fuera de joda, es importante el hecho de que Halan tenga un arco en donde aprende y cambia. No sólo porque esto le agrega un cierre lógico a todas las bizarreadas que suceden en la película, distanciándola de una comedia americana pedorra de los dosmiles (que las hay muy buenas, así como muy malas), sino también por la reflexión que trae consigo este arco de personaje.

Durante toda la película, se hacen chistes con y sobre la identidad uruguaya como cuando aparece Batlle diciendo su frase más conocida (por segunda vez en una sala de cines este año, algo está sucediendo…), y también se muestran cosas que todo quien haya pisado Montevideo en su vida reconocerá: la locura de la indigencia y la indiferencia del montevideano, contraponiéndose con las experiencias en Buenos Aires, donde todo el mundo se putea, se caga y maltrata entre ellos. Al final, en un monólogo motivado por la presencia de THC en su sangre, el personaje de Eva Dans llega a la conclusión de que el uruguayo reprime y sufre por miedo a la presión social. La locura y la miseria de la vida de Halan no es otra cosa que un producto del temor a afrontar su realidad tal y como es; al final, es cuando se rebela y manda todo a la mierda, que realmente toma las riendas de su destino.

Me remonto a la pregunta del título: ¿Por qué, entre todos los largos que ha dado nuestro cine este año, esta es la elegida por el Detour como la mejor? Yo creo que es porque la audiencia, entre ellos el jurado del festival, encuentra en esta película esa valentía que falta en nuestra sociedad uruguaya: Sánguche Caliente no tiene miedo a ser diferente, rara, grotesca, extraña, pedorra, medio boluda y, por sobretodo, ella misma – el auténtico pináculo de libertad cinematográfica en el país de los pájaros pintados. Totalmente búnker.

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