De todos los vídeos que Paul Thomas Anderson le hizo a Fiona Apple este sobresale, por lejos. Sólo se puede sentir admiración de que hayan entregado algo tan maníaco y extraño a MTV, que por entonces estaba simultáneamente en su apogeo y en su época más oscura, con Limp Bizkit y Christina Aguilera haciendo estragos. El lip sync desincronizado del principio, los cambios de encuadre dentro de la misma toma, la forma que recorta el rostro de Fiona, la vaselina en el lente por casi un minuto de canción y la alteración de velocidad de cuadros al final, son todas virtuosas ideas visuales que acompañan y complementan cada cambio de ritmo y tono. Anderson y Apple eran pareja entonces y se nota el amor con que la filma. También de alguna forma prefigura a Punch-Drunk Love (2002). El amor para ellos es neurosis fílmica.