Tomemos la novela infantil de un exjugador de fútbol que relata la peripecia de un niño de familia humilde, que comienza a triunfar en el deporte más popular del país. Pongámosla en manos de una productora con sensibilidad, talento e imaginación, capaz de organizar un proyecto cinematográfico financiable y con el respaldo institucional necesario. La adaptación se la encargamos a un experiente guionista premiado, que dicta cursos a nivel internacional. Ofrezcámosle también la dirección, en lo que tiene también experiencia con la realización de varios cortometrajes premiados. Hagamos de ésta adaptación al cine su ópera prima. Revisemos el guión. Reunamos algunos de los actores uruguayos de cine con más notoriedad y/o talento. Encontremos niños con quienes podamos construir actuaciones creíbles. Busquemos acuerdos de co-producción con empresas de probado éxito en la producción y promoción de cine, y asociémonos con empresas comerciales potentes, capaces de aportar capital financiero pero también (o sobre todo) visibilidad y logística en la promoción. Hagamos todo esto, por último, en tiempo y forma… ¿Qué puede salir mal?
Nacho Vigalondo había escrito un texto sobre cómo a la hora de hacer una película, no es posible contratar a alguien para que ponga el corazón, considerando que siempre es un mejor camino antes que cualquier fórmula económica y logística perfecta. Carlos Morelli, el director de Mi Mundial (2017), en un comunicado de prensa habla de su vínculo con la historia del personaje: la maldición de ser un prodigio. Es muy razonable su planteo en el texto, pero esa maldición, ese drama, no quedó impreso en la pantalla.
Mi Mundial se parece mucho más a una telenovela, donde lo importante es narrar los eventos (melo)dramáticos y seguir adelante, que a una película, donde los recursos del cine son utilizados para invocar emociones humanas profundas. Las actuaciones son efectivas, incluso algunos actores se lucen por momentos (Néstor Guzzini es capaz de sostenerlo todo, Verónica Perrota está desplegando por momentos artillería pesada), pero es imposible creer que ellos son los padres de Tito, o una pareja, o cualquier otra cosa que dos actores haciendo su trabajo.
Tomemos un momento cualquiera, o no, mejor tomemos un momento especial, valioso: el momento en el que Perrota se acerca a su hijo en el hospital, en el último tercio de la película. Perrota dispone en ese momento una actuación insólita, perfecta, con un tierno y sincero dolor que queda impreso en su mirada, en su rostro, sin consciencia alguna de la cámara… una verdadera perla cinematográfica. Pero, ¿por qué ese momento no es dramático o emotivo? Ocurre que ese momento, incluso resonando a nivel narrativo con uno anterior (cuando ella lo ayuda a dormirse), es como un instante aislado. No hay construcción anterior, no hay expectativa saciada -o no-, no hay tensión resuelta, ni sorpresa o suspense. Los momentos así, aislados, destruyen la identificación que uno podría sentir por los personajes, que necesitan una continuidad, algo que nos haga sentir emoción humana en sucesos artificiales. En Mi Mundial todo pasa delante de nosotros, sin que se desarrolle el apego que nos despiertan las buenas películas.
Este infortunio esconde una evidencia feliz. Es otra prueba de que ninguna ecuación, ningún cálculo, ninguna fórmula, por más tentadora que parezca, hace a una buena película. Incluso apelando a narradores, técnicos, realizador y actores talentosos. Quizá sí produce una película exitosa, pero no una buena película.
Películas donde cada paso de la trama nos sumergen en un nuevo lugar, inesperado e inevitable, como decía Carriere. Pasos que además conforman una parte fundamental de un todo, que resuena con momentos anteriores y posteriores y, sobre todo, con impresiones más sutiles, personales, que surgen desde algún motivo recurrente de la actuación, el arte, la fotografía, o lo que sea. Las perlas que todo director debería intentar pescar, como decía Bergman, y que resuenan de forma íntima en el espectador. Las buenas películas son sistemas: pequeños milagros del rodaje y del guión, relacionados entre sí. Cuando los sucesos impresionan sólo como hechos aislados, todo está perdido, y así ocurre en Mi Mundial.
Título original: Mi Mundial / Año: 2017 / Duración: 95 min. / País: Uruguay / Director: Carlos Morelli / Guión: Carlos Andrés Morelli, Martín Salinas (Novela: Daniel Baldi) / Fotografía: Sebastián Gallo / Música: Hernán González / Elenco: César Troncoso, Néstor Guzzini, Verónica Perrotta, Jorge Bolani, Facundo Campelo / Productora: La Gota Cine