Resulta muy difícil elegir una sola película como “la mejor del año” y no sentir que se está siendo injusto, imparcial y -por sobre todas las cosas- exagerado. Sería incierto afirmar que estas cuatro son lo mejor que se vió en el 2015 y con ello asumir y certificar airadamente que en ellas está todo lo que se necesita para convertirse efectivamente en “lo mejor” de un año con muchísimo cine (¿qué cosas necesita? ¿Quién lo sabe?). Por lo tanto es mejor limitarse a las que nos hayan gustado, que nos parecen significativas, y que representan bastante los gustos y visiones del cine de cada uno de nosotros. Sin más preámbulo, nuestro micro balance del 2015.
Por Catalina Alonso, Nicolás Erramuspe, Agustín Fernández, Flavio Lira.
It Follows (David Robert Mitchell, 2014)
La segunda película de David Robert Mitchell tuvo una fugaz e inadvertida exhibición en las salas de Montevideo y merece ser reivindicada a los gritos. No se trata tanto de un film de terror sobre un ente de mil formas, encarnación extraña de una enfermedad de transmisión sexual que se limita a caminar de manera lenta y sostenida hacia quien está contagiado, sino más bien sobre cómo al enfrentarnos violentamente contra la inminente llegada de la adultez el mundo se torna progresivamente un lugar hostil, ajeno e ingobernable, donde es difícil encontrar respuestas y razones concretas, y donde estamos destinados a navegar en un mar de incertidumbres por un buen rato. En otras palabras: It Follows es una coming-of-age de pies a cabeza. Por otro lado su gran virtud (o una de ellas) es que aparenta importarle un carajo todo este asunto de crecer, y antes que nada se encarga de asustar y de serle fiel a su género de forma segura, sostenida y lenta -al igual que sus entes- sin detenerse en su sensibilidad adolescente ni en reflexiones apuradas.
Hay algo de Lynch (la podredumbre debajo del confort del hogar), un poco de Carpenter (premisas sencillas llevadas al extremo), de The Shining (el terror en los grandes planos abiertos a plena luz del día) y de Elephant (la cámara que se acerca hacia sus personajes buscando respuestas). Y es al mismo tiempo una película tremendamente original. Ojalá su director (quien es un desconocido por estos lados, por ahora) siga haciendo cosas así, y siga creyendo en esa frase dicha al final de Blue Velvet que resuena como un viejo eco en todo It Follows : “Es un mundo extraño, ¿no lo crees?” AF
Los Hongos (Oscar Ruiz Navía, 2014).
Esta es una película viva, porque habla de la vida y su forma es vital. Los Hongos de Oscar Ruiz Navía no se limita a ser un simple fragmento de una gran historia. En la gran cantidad de personajes que presenta a ninguno se lo termina de construir ni en el primer plano ni el último, porque al irlos conociendo entendemos mucho más que la psicología de los mismos. Ellos se alejan de la necesidad plena de relatar y pasar a ser relatos. Todos los seres que aparecen en pantalla destilan cariño. Son curiosos, apasionados y con ganas de ser escuchados. Sus ideas claras son el núcleo común entre todos y el director los contempla con respeto.
El retrato de Cali la ciudad, del arte callejero, la necesidad de estar presente, la juventud, el enojo y las ganas de encontrar un lugar en medio de todo. Es una película que habla sola, donde pareciese haber una relación muy estrecha entre lo que pasa en ella y la experiencia personal de su director, filmada muy lejos del formalismo, su cámara casi documental acompaña a los personajes, consiguiendo materializar la vida.
Por su sensibilidad y complejidad narrativa, Los hongos, cuyo estreno en Uruguay fue en el marco del pasado Festival Internacional de Cinemateca, se ganó mi 2015. “Nunca más guardaremos silencio”. CA
Puente de Espías (Bridge of Spies, 2015)
Solo cuatro del total de films dirigidos por Steven Spielberg fueron escritos por él mismo. El resto se han realizado a merced de las épocas, de las condiciones, de los triunfos (o fracasos), de la disponibilidad de escritores, entre otros factores. De esta manera Spielberg ha sido parte de proyectos muy diversos a los que supo adaptarse, muchas veces con la ayuda de grandes escritores, como Peter Benchley en Jaws(1975), David Koepp en Jurassic Park(1993), Lawrence Kasdan en Raiders of the Lost Arc (1981) y ahora los hermanos Joel & Ethan Coen (junto con Matt Charman) en Bridge of Spies(2015).
Es importante destacarlos, porque la obra destila los puntos claves que sabe manejar Spielberg, y utiliza la combinación de humor e ironía que se advierte en los films de los Coen. Con esta nueva película se vuelve a las raíces de un tipo de cine que ya no se hace, como es el thriller político, que tuvo su gran auge en las décadas de 1950-1960. Bridge of Spies contiene las características de The Manchurian Candidate(1962). Así mismo, el rol de Tom Hanks se asemeja al de Maximillian Schell en Judgment at Nuremberg (1961).
Spielberg sabe plantear con ocurrencia la oscuridad, y Puente de Espías se compone del lado menos pop del director, más cercano a Munich (2005), con personajes como el espía que sirve de antagonista, que recuerda al mundo noir de The Man Who Wasn’t There (2007) y secundarios desconocidos como la supuesta familia que espera la llegada del soviético ruso en Berlin, ciudad presentada con un tinte casi apocalíptico.
En general el 2015 ha tenido una gran sucesión de éxitos de taquilla, y si bien Bridge of Spies no fue uno de ellos, es curioso como películas como Jurassic World y Star Wars han sido fruto de la consolidación de ciertos autores (y obviamente productoras, estudios y distribuidoras) que hace más de 40 años desarrollaron una forma de cine y de entretenimiento. Porque Spielberg sabe hacer las cosas, pero se siente más cómodo en buena compañía. NE
Mistress America (Noah Baumbach, 2015)
La nueva colaboración Baumbach–Gerwig toma como base dos estilos de comedia. Por un lado se inspira en la velocidad y gracia de diálogos y acciones característicos de la screwball comedy, con George Cukor a la delantera. Al mismo tiempo se inspira en el constante cambio de tono y la extrañeza de la comedia anti yuppie de los 80s, en especial aquellas dirigidas por Jonathan Demme como Totalmente Salvaje (Something Wild, 1986) o Casada con la Mafia (Married to the mob, 1988). Pero aunque las referencias cinéfilas son ciertas y palpables, no se agota o se limita a ellas. La inteligencia de recursos cinematográficos, ya sea la utilización de montajes para avanzar la acción y describir a sus protagonistas, los tonos ocres y melancólicos de su fotografía, o la perfecta elección de canciones (entre ellas esa maravilla que es Souvenir de OMD) la ponen muy por encima del paradigma mumblecore actual. O sea, esto no es Lena Dunham. Acá hay cine. Y también hay amargura y tristeza. Los personajes pueden mentirse todo el tiempo y fingir que son las estrellas de su propia película. Pero la realidad es otra, y sus decisiones quizás no sean las más acertadas o inteligentes. Mistress America cuenta algo difícil, el proceso de enfrentarse a sus propias limitaciones. El choque de la percepción propia contra la ajena, la que el otro tiene de nosotros, muy diferente a la que querríamos proyectar. Que este aprendizaje emocional escape del cinismo fácil y se enmarque más en una resignación melancólica y una búsqueda de opciones vitales más viables es quizás el mayor milagro. No hay soberbia en la operación intelectual B/G, ni una lección de moral fácil y reducible. Hay en cambio personas confundidas, complejas, simultáneamente oscuras y bien intencionadas, vistas por sus creadores con la distancia que les permite contemplarlos con tanta ironía como cariño. FL