LA VIDA DE JAGNA (2024)

Seleccionada por Polonia para competir por el Oscar a mejor película internacional, La Vida de Jagna es la nueva película dirigida por los creadores de la popular Loving Vincent (2017, Dorota Kobiela Welchman y Hugh Welchman). Manteniendo el innovador estilo de animación basado en pinturas al óleo visto en 2017, este drama polaco se estrena hoy (6 de junio) en Uruguay.

Se narra la vida de Jagna (Kamila Urzędowska), una campesina forzada a casarse con Boryna (Mirosław Baka), un granjero adinerado y mucho mayor que ella, a pesar de estar enamorada de su hijo, Antek (Robert Gulaczyk). A medida que pasa el tiempo, Jagna se convierte en el blanco de la envidia, el rencor y la misoginia de los habitantes del pueblo.

La Vida de Jagna (2024)

Lo más llamativo de la película es sin duda su apartado visual. Tiene un estilo de animación que simula ser una pintura al óleo en movimiento, convirtiendo el visionado en una experiencia y logrando impresionar a la audiencia. Sin embargo, con esto hay un problema: la película no aprovecha para nada el tan interesante medio que eligió.

Loving Vincent (2017) adoptaba las pinturas al óleo, simulando el excéntrico estilo de Vincent Van Gogh, para narrar lo que fueron sus últimos días de vida. Tanto como homenaje como también para apoyarse sobre recursos que usaba el pintor en sus obras, la animación aportaba a la narrativa; la película no hubiera sido la misma si se hubieran limitado a usar exclusivamente actores reales (que igualmente hubo para ser usados como referencia al pintar).

La Vida de Jagna (2024)

La Vida de Jagna, en cambio, no juega de ninguna forma con esto. Al haber utilizado un estilo de animación tan realista, la gran mayoría del filme (salvo algunos entornos específicos y poco más) se siente como una película de acción real a la que le pasaron un filtro de Inteligencia Artificial por arriba. Parte de la riqueza de la animación como medio es la capacidad de hacer cosas que no podrían hacerse en la vida real, y La Vida de Jagna peca de verse como un calco de un video digital. Si bien al ver imágenes sueltas puede parecer interesante, aunque suene contradictorio, al verlo en movimiento las personas se sienten tan orgánicas que le quita genuinidad a la técnica del óleo.

Igualmente, que ocurra esto en ocasiones no tendría por qué ser terrible. Si la película se viera así la mayoría del tiempo, pero tuviera secuencias en las que se apoya en la pintura, sus colores y sus pinceladas para evocar alguna emoción, sería perdonable. El mayor problema es que esto no ocurre. Para ser una película repleta de tragedias, los momentos de alta tensión emocional o física se ven igual de planos que el resto del filme.

La Vida de Jagna (2024)

Si nos vamos a la trama, la cosa tampoco mejora. La película narra una historia que roza el llamado torture porn; sub-género (generalmente del terror) en el que el atractivo principal es ver escenas brutales y de personajes sufriendo. Ahora, en el cine de terror existen unos códigos y un lenguaje entre la obra y la audiencia. Si ves una película de terror, querés pasarla mal y mientras peor lo pases, mejor; el disfrute va de la mano con esa incomodidad y miedo al que te sometés.

El tema con La Vida de Jagna es que, al ser presentado como drama, lo único que obtenemos es violencia gratuita sin parar. Todo esto sumado a que todo este sufrimiento no parece llegar a ningún punto nunca; la película entera es sobre Jagna siendo víctima de cosa terrible tras cosa terrible hasta que aparecen los créditos. El “pasarla mal” que se siente viendo esta película no es por empatizar con los personajes, sino que es una repulsión de sentir que nada de lo que estás viendo va a llegar nunca a nada.

La Vida de Jagna (2024)

Además, aunque la película trate de representar (¿y criticar tal vez?) este pueblo tan patriarcal, igualmente termina exudando misoginia por todos sus poros. La protagonista es el arquetipo más básico (y producto de una mirada claramente masculina) de “chica perfecta”, que se pasa la película salvando animales heridos y haciendo recortes de papel, y que si bien intentan vender una imagen de que es -independiente-, se pasa la película entera desviviéndose por un hombre.

La cantidad de violencia sexual que hay en menos de dos horas de película es absurda; obras que utilizan el abuso sexual contra la mujer como reclamo y como fuente de morbo sobran. Al nunca desarrollar una idea o un punto, las tres escenas de violación se sienten gratuitas; se logra una incomodidad que no solo nunca se va, sino que se siente injustificada.

La Vida de Jagna (2024)

En conjunto, La Vida de Jagna es una obra que desaprovecha un estilo interesante y complicado de realizar para narrar una historia que no solo no necesitaba ese estilo para ser contada, sino que, incluso por sí sola, no satisface o aporta ninguna idea interesante. Con suerte, la película puede ayudar a imponer tendencia para que más estudios intenten volcarse en la animación al óleo, pero aprovechando realmente el potencial del medio.

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