LA MULA (2018)

El Buen Americano

Cabe preguntarse qué tan fértil es defender La Mula (2018) o la maestría de su director Clint Eastwood por su manejo de los principios clásico del cine narrativo. Esta historia basada en hechos reales sobre un veterano horticultor que al quebrar su negocio de flores decide empezar a mover droga para un cartel, es cine basado en caracterizaciones bien delineadas pero no acartonados, con conflictos definidos, una trama y una sub-trama hilvanados de modo tal que se refuercen y desarrollen en una progresión dramática fundada en una lógica causal irrevocable. No abundan (menos en nuestra cartelera comercial) este tipo de películas, es cierto. La Mula tiene una pulcritud y un pragmatismo narrativo poco habitual hoy en día, donde cada escena hace avanzar el argumento y aporta información de un modo visual y donde la cámara y los demás recursos estilísticos no se pavonean sobre su propia belleza o virtuosismo sino que resaltan, en virtud de la comprensión del espectador, la acción -piedra angular de todo esto. ¿Es eso lo que hace a La Mula una obra de cine despegada?

No, creo que no. El clasicismo bien ejecutado no puede ser el valor que sustente una obra contemporánea, sino estaríamos celebrando refritos bien ejecutados, que aunque no abunden (menos en la cartelera comercial) los hay. La Mula es una película de una actualidad implacable, que recorre o atraviesa la geografía cultural de los Estados Unidos de hoy como (ahora sí) quizá ningún otro realizador norteamericano podría animarse a hacer. Su actualidad no radica en los giros aggiornados de la trama, como que el veterano que el propio Eastwood interpreta no respete ninguno de los dictámenes políticamente correctos de la actualidad y le diga “nigger” a unos afro descendientes (que se ofenden y lo corrigen de inmediato), o que todo el tiempo esté señalando la manía de los demás personajes por revisar sus celulares o su propia manía por detenerse y disfrutar “las cosas buenas de la vida”. Son guiños graciosos, que sin duda le aportan vigencia y humor a la cosa, pero no son la cosa en sí.

Tampoco se trata, o no se trata sólo, de la mirada crítica que se puede imaginar o entrever en la forma que son tratados/observados los custodios latinos de Earl “Tata” Stone (Eastwood) en ese pueblo del medio oeste, o el latino ilegal que es detenido y entra en pánico por miedo a que lo maten los policías. Ambas escenas funcionan más como otro detalle radiográfico de esta america que se está recorriendo, un guiño similar a los anteriores aunque ahora con un tenor decididamente dramático o satírico, en una Estados Unidos que sigue, con Donald Trump a la cabeza, avanzando para recuperar la grandeza construyendo un muro que erradique la plaga latina.

No. La clave que convierte a La Mula en una gran película -actual, crítica, profunda- se revela en el último acto. Cuando trama y sub-trama finalmente se encuentran, cuando el personaje tiene que elegir entre seguir haciendo dinero o brindarle a esos familiares -que durante toda la película no lo quisieron ver ni en figurita por ser un marido y padre abandónico- el gesto último que escenifique algo que, a modo de confesión, le permita redimirse. Es que seguramente el propio Clint haya sido un padre medio-pelo (yéndose a filmar películas todo el tiempo) y la interpretación de la hija por Alison Eastwood no puede ser sino un guiño al respecto.

Más aún, está en una de las últimas frases del film (¿o es la última?): ese “good job” del jefe de policías interpretado por Lawrence Fishburne, que celebra con una palmada en la espalda un arresto final que en realidad no sirve para nada, no representa ningún verdadero logro, más que la posibilidad de aplacar presiones político-administrativas: una decisión estética, porque de ese modo cierto peso del desenlace recae sobre el personaje de Cooper, en cuyos ojos se entrevé el cuestionamiento de si todo esto sirvió para algo. También en esa conversación entre el perseguidor (Bradley Cooper) y el perseguido (Clint) en el que ambos personajes, enemigos en realidad, se entienden de una forma solidaria y humana. La última: está en la decisión del personaje principal, cuando fiel a sí mismo evita el recurso legal que podría usar para evitar su castigo y decide hacerse cargo de lo que hizo, como el buen americano que, ya sabemos, el tío Clint es.

Por todo eso, no podemos sino desearle larga vida al maestro.


Título original: The Mule / Año: 2018 / Duración: 116 min. / País: Estados Unidos / Dirección: Clint Eastwood / Guión: Nick Schenk / Música: Arturo Sandoval / Fotografía: Yves Bélanger / Reparto: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Michael Peña, Taissa Farmiga, Laurence Fishburne, Ignacio Serricchio, Alison Eastwood, Dianne Wiest / Presupuesto: US$ 50.000.000

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