Este jueves estrena La Larga Noche de Francisco Sanctis en la Sala B del auditorio Nelly Goitiño del SODRE (18 de Julio 930).
Buenos Aires, 1977. Francisco Sanctis está casado, tiene dos hijos y un trabajo rutinario. Espera un ascenso que no llega y lleva una existencia chata. Cierta sensación de adormecimiento es quebrada cuando Sanctis se entera que dos personas serán detenidas por los militares esa misma noche. El conocimiento de esto lo lleva a un periplo nocturno donde deberá decidir si tomar acción o permanecer indiferente.
Dentro del sub-género de las películas argentinas que tratan el tema de la dictadura, La Larga Noche de Francisco Sanctis (2016) se diferencia en un aspecto primordial, y es que en ningún momento aparece la noción de inocencia o desconocimiento del pueblo sobre lo que realmente está sucediendo. De la misma manera que los directores Francisco Márquez y Andrea Testa muestran a los militares fuera de foco, sin evidenciarlos; los personajes cargan en sus rostros las atrocidades que, aunque no se evidencien, parecen saber que están sucediendo. Esto se percibe de una manera ominosa, sin necesidad de mostrarlo de forma explícita. Es uno de los principales méritos del film, que la aleja de la irresponsabilidad de otras películas sobre el tema, como La Historia Oficial (1985), y sobre todo de la explotación casi cercana a la pornografía de La Noche de los Lápices (1986). Esto la pone en un terreno más próximo a miradas que no por oblicuas dejan de ser también más incómodas y certeras, como El Ausente (1989) o Un Muro de Silencio (1993).
La película también dialoga con otro cine, el que se producía durante la época que vive su protagonista. Cerca del final, Francisco entra a un cine dónde están dando una comedia de Porcel, buscando a un conocido que está siendo perseguido por su ideología política, y el cual cree puede ayudarlo a sacarse de encima esta información que lleva como un peso enorme. La sensación de encierro pero también de horror del cine, dónde un montón de espectadores se ríen y se alejan de su contexto interpela tanto a un cine barato, escapista y en última instancia vulgar, como al mismo público que lo consume. Pero también al mismo público de la película. En esa escena parecería que el horror sale de la pantalla y se instala en las mismas butacas. Ningún espacio está libre de aquello que preferimos fingir que no sabemos.
De alguna forma el conocimiento, y la culpa que ese conocimiento trae a su protagonista, es el tema principal de La Larga Noche… antes que el mero proceso histórico, o la Historia Argentina en mayúsculas. El protagonista deambula sufriéndola, debatiéndose entre dejar su cotidianidad o jugarse por algo en lo que creía a través de una Buenos Aires hecha de calles paralelas, con poca luz, lejos de lo característicamente porteño. El clima es de asfixia y paranoia. En ese sentido es notable la escena en el bar del reencuentro del protagonista con un viejo compañero de facultad. Una situación que podría haber sido filmada de forma cotidiana es llevada de manera sutil a un punto de enrarecimiento, a una sensación de pesadilla inescapable. Esa culpa no tiene una resolución ni un desenlace, vedando a los espectadores de una posible catarsis. Su final abierto, ambiguo, es también una postura con respecto al tema: hay ciertas cosas de las cuales es imposible salir con una conciencia tranquila.
Título original: La larga noche de Francisco Sanctis / Año: 2016 / Duración: 78 min. / País: Argentina / Directores: Andrea Testa y Francisco Márquez / Guión: Andrea Testa, Francisco Márquez, sobre novela de Humberto Costantini / Música: Abel Tortorelli / Fotografía: Federico Lastra / Reparto: Diego Velázquez, Laura Paredes, Valeria Lois, Marcelo Subiotto, Rafael Federman / Productora: Pensar con las Manos
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