Andrés Varela y Sebastián Bednarik se habían cruzado por segunda vez en la Montevideo de 2003, cuando en medio de la gran crisis que vivía el país comenzó el rodaje de La Matinée, como parte del proyecto que había unido a Bednarik con Pitufo Lombardo y Marcel Keoroglian. Desde entonces, la dupla está asociada a películas como Mundialito, Maracaná, Mirando el cielo, Sangre de campeones, al espectáculo que inauguró el Campeón del Siglo y, sobre todo, a El delirio que el año pasado convocó a 18.000 espectadores en el Estadio Centenario. Toda esa experiencia acumulada es la que ahora vuelcan en Gutenberg, que el 24 de noviembre podrá verse en el Antel Arena y que integra los festejos de los 100 años del diario El País.
Tres años antes de aquel encuentro en Montevideo, se habían visto por primera vez en París. Allí vivía Varela, quien tras egresar de la EMAD decidió viajar para seguir sus estudios de teatro y cine. Hasta la capital francesa llegó Bednarik por haber sido premiado con el Florencio Revelación 1999 por la obra ¿Qué pasó con B.N.?, coescrita y actuada por Verónica Perrotta, en un primer reconocimiento desde que se iniciara en la escuela de Luis Cerminara. De alguna manera, los dos pensaban en teatro y cine a la vez.
Cuando Varela decidió volver a Montevideo, tras intuir que en París podía convertirse “en el estudiante eterno” por las dimensiones que las investigaciones en teatro y dramaturgia tenían, no demoró en activarse el contacto con Bednarik, quien había sumado un curso de dirección de actores en Barcelona y la escritura del guión de La espera, film dirigido por Aldo Garay y basado en la novela ‘Torquator’, de Henry Trujillo. Sostiene Varela que “el recorrido de Sebastián había sido bastante diferente al mío, era más de práctica y yo venía de la teoría y la formación. Conjugábamos muy bien, aunque lo más interesante de nuestra asociación-amistad creo que siempre fueron las diferencias, ya que nos complementamos pero sobre todo nos potenciamos”.
Así nació Coral para, según palabras de Bednarik, “crear un sistema de producción alternativo, basado en el esponsoreo y la exhibición más que en las subvenciones de los fondos clásicos del audiovisual”. Desde allí fortalecieron la producción de cine y estimularon el cambio de roles creativos, por lo que algunas veces uno dirigía y otro producía, o los dos dirigían, o ellos producían para que otros dirigieran. Integraron al emprendimiento a cineastas como Guzmán García, Santiago Bednarik y Lucía Gaviglio.
Pero tanto Varela como Bednarik sabían que su universo creativo se movía más allá del estrictamente cinematográfico y empezaron a imaginar otro tipo de puestas escénicas, donde los límites expresivos se perdieran hasta formar un todo que permitiera el despliegue, el deslumbre, la proyección máxima de los talentos, dentro de una escala de producción inédita en Uruguay. Probaron que tenían el impulso creativo suficiente al asumir un reto mayor pensado en torno al autor de La Cumparsita. Eligieron al Centenario como escenario y símbolo de lo que querían hacer: así surgió El delirio.
Aquella experiencia tampoco fue un límite. Prueba de ello es que pocos meses después de haberla concretado, empezaron a idear el próximo reto. Así nació Gutenberg, una especie de metáfora del hombre, excusada en aquel inventor alemán que alteró para siempre el desarrollo de la humanidad, en donde será posible ver duetos insólitos (María Noel Riccetto – Juan Campodónico, Eiko Senda – Pedro Dalton) y dimensiones desconocidas para las creatividades de Nicolás Arnicho, Juan Chao, Nacho Umpiérrez, la Kompañía Romanelli y Andrea Arobba, además del francés Stéphane Chivot. Se trata de proyectarse a partir del sueño de Gutenberg para observar lo que la humanidad ha hecho desde entonces.
Para Bednarik y Varela, Gutenberg supone además plantear un espectáculo a partir de un escenario muy distinto: los 360 grados que habilita el Antel Arena, con un entrelazado de danza, circo, música, teatro y proyección mapping. Esto significa poner en marcha a más de un centenar de técnicos y artistas. Pero es en el reto en sí donde la dupla creadora (esta vez Varela en la dirección y Bednarik en la producción) encuentra su satisfacción. “Disfruto mucho cuando contra todo pronósticos nos salimos con la nuestra”, dice Bednarik. Y Varela suma: “creo que es un objetivo compartido lograr dedicarnos cada vez más a lo que nos da placer y alegría hacer, más allá de la mochila que es llevar adelante una productora”.
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