El 16 de agosto la ECU, en marco del Festival Internacional de Escuelas de Cine, proyectó la película Güeros en la Sala Zitarrosa, en una función única con entrada libre. Nuestra compañera Andrea fue, quedó encantada y escribió esto para decirle a todo el mundo que tiene que verla ya. Y que no hay excusas, además, porque esta en Netflix.
¿Quiere usted la salvación de México?
El título de este texto es el epígrafe que da inicio al libro Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, autor chileno cuya novela transcurre, en parte, en Ciudad de México, la cual se convierte en una gran protagonista dentro de la historia. Lo mismo que sucede en Güeros, la cual no solo comparte ciudad con la obra de Bolaño, sino también las características de sus protagonistas y el mismo viaje a través de las rutas mexicanas en busca de personas casi imposibles.
Lo que se comparte.
La película trata sobre dos hermanos: Tomás y el Sombra. Debido a un percance que sucede al inicio del film, la madre de Tomás lo manda a vivir un tiempo con su hermano a la ciudad por lo que Tomás debe dejar la tranquilidad de Veracruz para ir a México DF, ciudad conmocionada por una huelga estudiantil en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Los protagonistas del libro son Arturo Belano y Ulises Lima, dos poetas desahuciados que viven de la misma forma en la que lo hacen Sombra y Santos: en casas sin electricidad y colchones en el piso, con poca comida o café o té, con la ropa sucia, pocas y muchas ganas de vivir al mismo tiempo.
Hay algo decididamente joven en estos cuatro personajes, y esto se ve en actitudes que son, a su manera, trasgresoras: por ejemplo que el Sombra no se adhiera a la huelga estudiantil porque esa es su forma de protestar. Posturas contradictorias y complejas por las que transitan estos personajes todo el tiempo. Además está la locura, que es característica principal de Belano, Lima y el Sombra. Son poetas malditos y, para peor o mejor (depende de cómo se mire) locos. Son héroes fracasados y entrañables. La gente que acompaña a estos personajes comparte la particularidad de un encanto inolvidable y un halo de enigma constante: Ana (la enamorada del Sombra en Güeros), Piel Divina, María y Angélica Font, Xóchtil García (personajes de Los Detectives…), entre otros. Hay en ambas obras además -y como vínculo extra-una especie de guiño o burla que se hacen a ellas mismas. Hay momentos en los que uno no puede discernir si todo lo que se vio (o leyó) hasta el momento era una broma ácida o qué. Como cuando están llegando los personajes en el auto a la UNAM y un desconocido se pone a opinar sobre el guión de la película, dejando la sensación de que todo era mentira.
En lo que respecta a la estructura, ambas obras están compuestas de varias partes. El libro se forma por fragmentos contenidos en macro-bloques titulados: Mexicanos perdidos en México, Los detectives salvajes y los Desiertos de Sonora. Por su parte, la película se divide por los puntos cardinales más el agregado “centro”.
Viajar por viajar.
Hay un tema central de Güeros que es compartido con Los detectives, al cual podríamos llamar “la búsqueda”. La búsqueda como cosa en sí misma. La búsqueda de algo que no quiero tratar de especificar qué es porque me va a resultar imposible, porque ese “algo” que se busca es indefinible. Es aquella ansiedad hermosa y extraña que persigue a tantas personas, es la ambición y los sueños, son esas sensaciones que nos sacuden y que se van rápidamente casi sin dejar rastro, es la auto-realización y la realización de algo más grande que uno mismo. Tanto la película como el libro hablan sobre ir tras “eso”: una idea, una forma de ver las cosas. Y en ambos casos “esa cosa” que se busca está encarnada en una persona totalmente enigmática, atractiva y estimulante al igual que aquello que representa para los personajes. Para Tomás y el Sombra ese “algo” que perseguir, quizá como una excusa necesaria para tener un objetivo en la vida medianamente claro y así tener un lugar a donde ir y una razón en igual medida, es Epigmenio Cruz: un músico perdido del rock nacional que podría haber salvado la escena musical mexicana. Y para los protagonistas del libro de Bolaño es Cesárea Tinajero, una poeta (que también se perdió en la inmensidad del tiempo) que podría haber salvado la poesía mexicana. La conexión es imposible de ignorar, ambos personajes son atrapantes, algo decepcionantes, y su obra se mantiene en el misterio: en el libro se nos permite leer solo un poema de Césarea que es otro problema más que una respuesta (como suele pasar), y en la película nunca nos dejan escuchar la música de Epigmenio. Cada vez que los protagonistas dan play al casete lo que se escucha es el silencio y el sonido del paso de la cinta por el aparato. Los protagonistas guían su búsqueda a partir de las palabras de aquellos que vivieron el paso de Epigmenio Cruz o de Cesárea Tinajero, conformados estructuralmente a partir de testimonios.
Cuando Tomás y su hermano Sombra al fin encuentran a Epigmenio Cruz, el Sombra le hace un discurso sobre qué es lo que sentían ellos y su padre cuando escuchaban su música. Dice algo como que ellos y él realmente pueden ver lo que hay detrás de las cosas. Ver las cosas de verdad, ser poetas y mirar los trenes que pasan con detenimiento y no simplemente verlos pasar, o pasar con ellos. Mirar realmente (mirar, mirar). A su vez, Bolaño termina su libro con una frase increíble e intimidante que dice: “¿Qué hay detrás de la ventana?”. Las mismas desganas, la misma juventud, el mismo todo que gobierna ese auto traqueteado de Güeros, se repiten en el auto que anda por las tierras mexicanas de Bolaño.
Lo técnico / lo expresivo.
Ya me basta lo planteado anteriormente para decir que Güeros es una película llena de poesía, comunicada perfectamente a través de la imagen, y llena de sensaciones táctiles transmitidas tanto por la imagen como por el sonido. Por un lado están las texturas de los objetos y de los lugares por los cuales transitan los personajes: la radio del auto, los dibujos de Epigmenio, el acuario, la UNAM, la ciudad iluminada que se ve por la ventana del apartamento, etc. Cada lugar tiene su esencia específica que, más allá de que un ambiente o un clima sean cosas súper-abstractas, está en el aire y se siente como si pudiera tocarse con las manos. El blanco y negro parece casi fílmico (o lo es, no estamos seguros de este dato), y encaja perfecto con la subjetividad de los personajes y con la atemporalidad que persigue la película (porque, aunque está basada en la huelga estudiantil de la UNAM en los ’90, busca traspasar la barrera del tiempo y simbolizar algo más universal). Lo táctil también se transmite a través del sonido, como cuando, al inicio, Sombra y Santos están desayunando: lo detallista de los sonidos los hace más reales, como si pudieras agarrar las cucharitas, las tazas, los cigarros. Y también cuando comen zanahorias adentro del auto y en varias otras ocasiones donde, el uso y abuso del primer plano sonoro sin una justificación narrativa real, termina jugando un rol fundamental en el film en cuanto a lo expresivo. En cuanto a la cámara, digamos que oscila por casi toda la variedad de “forma y estilo” siempre dentro de su blanco y negro bien contrastado (en mano, fija, encuadres muy ordenados o muy desprolijos, primeros planos y planos generales, etc.), todo en función de acentuar la subjetividad de los protagonistas y de unificar una obra compleja que transita una cantidad de puntos dramáticos y de climas en poco menos de dos horas. Por ejemplos los sonidos de transición que se usan para pasar de un momento a otro, que son como característicos de su mundo (sintonización de radio, pitidos, ruido de calle, etc). O cuando los personajes están abrumados el sonido es apabullante (muy agudos y ruidoso). En fin. La relación imagen-sonido fluye y dialoga entre sí, y existe una conexión muy fuerte entre lo que se ve y el contenido en todo momento. Y así es que se construye esta road-movie urbana que tiene un poquito de Down by law de Jarmusch, otro poco de Shadows de Cassavetes, y hasta un aire de 25 watts de Rebella y Stoll, probable referencia directa para su director. Véanla que esta en Netflix. Y aprovechen para leer Los detectives salvajes. No tiene desperdicio.
Título original: Güeros. Año: 2014. Dirección: Alonso Ruizpalacios. Guión: Alonso Ruizpalacios, Gibrán Portela. País: México.