Extenso artículo sobre Fede Álvarez publicado en Los Angeles Times

Hace ya un tiempo que el director y co-guionista de Alien: Romulus viene haciendo las rondas de prensa por su nueva película. Los lugares por los que pasó incluyen la mega Comic-Con en San Diego, California, Comic Culture Experience en México, y hace unos días Cinemateca, Movie Montevideo y los medios locales. Por el tamaño del presupuesto y lo icónico de la franquicia, sin dudas se trata de un hito en su carrera. Sin embargo, escuchar (o leer) a Fede, que se mantiene fiel a hacer proyectos que le importan en vez de tomar la primera oferta lucrativa de los estudios, produce esa sonrisa de estar interactuando con un cinéfilo uruguayo más… Aunque te esté hablando de trabajar con Ridley Scott.

A priori, hay bastante para celebrar de Alien: Romulus: dejaron de lado la dirección que venía tomando la saga y volvieron a sus raíces –humanos versus la criatura en un espacio confinado–; la película está llena de efectos prácticos y miniaturas, y fue filmada en sets de tamaño real, creados en los mismos estudios húngaros donde se realizó Blade Runner 2049 (2017); Fede rastreó y contrató a quienes habían trabajado en Aliens de James Cameron para realizar dichos efectos; el guion es de él y su usual colaborador Rodo Sayagués, quienes pudieron operar con considerable libertad creativa ante Disney / 20th Century Fox. Queda esperar y ver, pero emerge la impresión que fue hecha por verdaderos fanáticos con muchas ganas de recapturar la esencia de las originales. Además, muchas de las reseñas que ya han salido son positivas.

Es necesario observar que el Hollywood actual le tiene cierto pánico a invertir recursos en algo que no sea parte de una franquicia o propiedad intelectual establecida. Oppenheimer (2023) de Christopher Nolan está basada en un bestseller, al igual que Los asesinos de la luna (2023) de Martin Scorsese; Duna (2019) de Denis Villeneuve pertenece a una de las sagas literarias de ciencia ficción más reverenciadas de la historia, y Ridley Scott está por estrenar Gladiador 2. En este contexto, es admirable todo lo que se buscó hacer para que Alien: Romulus fuera especial.

A continuación dejamos la traducción de un artículo publicado en Los Angeles Times que fue escrito a partir de una entrevista hecha a Fede en Los Ángeles. Seguramente se incurra en varios pecados lingüísticos, considerando que la entrevista fue conducida en español, el artículo escrito en inglés, y ahora convertido de vuelta a nuestra lengua madre. Sin embargo, su contenido –que va desde los comienzos de Fede al proceso creativo de hacer una película del universo Alien– vale la pena. Alien: Romulus se estrena localmente este jueves 15 de agosto.

Conoce a Fede Álvarez, el director uruguayo en quien Hollywood confía para sus bebés de terror

Por Carlos Aguilar

El director Fede Álvarez, fotografiado en julio en su casa en Los Ángeles (Annie Noelker / para The Times)

Fede Álvarez tenía 12 años en 1990 cuando le dio play a una cinta VHS que definiría su destino.

El realizador uruguayo, entonces un cinéfilo en crecimiento, estaba a punto de presenciar una de las primeras muertes en la Alien original. Su padre, periodista, de alguna manera había conseguido un making-of del clásico de terror y ciencia ficción con clips y material detrás de cámaras.

Ver esa escena sin contexto aterrorizó a Álvarez, quien a esa edad ya estaba obsesionado con consumir todas las películas pesadillescas que pudiera.

“Recuerdo estar completamente sorprendido al ver ese tipo de dragón negro que parecía estar hecho de cadenas, colgando del techo, sin entender lo que estaba pasando”, recuerda Álvarez, de 46 años, durante una conversación al aire libre en su hogar en Los Feliz.

Varias décadas después de ese primer encuentro con el xenomorfo asesino, Álvarez ha coescrito y dirigido Alien: Romulus, una nueva entrega en la franquicia de 45 años de edad. Canónicamente, su relato sucede entre los dos primeros capítulos de la saga espacial: el seminal comienzo de 1979 a manos de Ridley Scott, y la secuela llena de acción de James Cameron, Aliens (1986).

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Cailee Spaeny y David Jonsson en la película “Alien: Romulus.” (Murray Close / 20th Century Studios)

Romulus, que se estrena el 16 de agosto (15 en Uruguay), comienza en una remota colonia minera, de la cual Rain (Cailee Spaeny), trabajadora, desea escapar junto a su “hermano” sintético Andy (David Jonsson), un robot encargado de cuidarla ante la ausencia de una figura paterna. Ambos se unen a un grupo de jóvenes rebeldes que, mediante un secuestro, se hacen camino hacia una nave espacial abandonada que tiene la capacidad criogénica para llevarlos a un planeta más seguro sin envejecer.

Estos nuevos pasajeros, sin embargo, no saben que la nave intergaláctica también alberga a un depredador feroz con el que, nosotros como audiencia, estamos más que familiarizados. A medida que los humanos contraatacan, Álvarez incorpora referencias a las icónicas películas que enmarcan su historia, tributos que se manifiestan en forma de diálogos reconocibles, un personaje secundario sorprendente y la atmósfera increíblemente sucia que emana de la tecnología analógica, la cual no puede ser falsificada.

Álvarez expresó por primera vez su deseo de añadir a la línea Alien después del éxito doble de su debut cinematográfico en 2013, Posesión infernal, remake del filme de culto de Sam Raimi, y luego, en 2016, con No respires, un concepto original. “La gente empezó a preguntarme, ‘Si pudieras hacer cualquier cosa ahora, ¿qué harías?'”, recuerda Álvarez. “Lo primero que siempre se me venía a la cabeza era ‘Alien'”.

Pero en ese momento, Scott estaba haciendo Alien: Covenant. Unos años más tarde, poco después de que 20th Century Fox se fusionara con Disney, Álvarez recibió una llamada del estudio preguntando por su idea para una película de Alien. Pronto le pidieron que la escribiera y dirigiera. Aceptó, pero el estudio no iba a volver a la franquicia sin la bendición de Scott. Como devoto fanático de la serie, Álvarez no lo hubiera querido de otra manera.

“Ridley tenía que aprobarlo”, recuerda Álvarez, respetuoso del maestro veterano mientras también se muestra visiblemente emocionado de haber tenido tales problemas. Colaborar con Scott fue parte clave del interés de Fede en hacer Romulus. “Tenía que estar de acuerdo en que la idea era la correcta y el camino era el correcto. Todo comienza con Ridley”.

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El director Fede Álvarez con un gorro de Nostromo en el set de “Alien: Romulus.” (Murray Close / 20th Century Studios)

Álvarez se reunió por primera vez con Scott por Zoom para compartir las ideas generales de lo que quería hacer con su capítulo de Alien. A pesar de haber trabajado en Hollywood durante más de una década e interactuado con muchos de sus ídolos, Álvarez admite haberse sentido intimidado.

“Me convertí en un niño nervioso sabiendo que iba a tener la oportunidad de reunirme con el gran Ridley Scott, y las veces que me he encontrado con él desde entonces siempre me he sentido igual”, dice Álvarez con una sonrisa, como si estuviera de vuelta en ese momento, discutiendo ideas con el creador de Blade Runner, Gladiador y Misión rescate. “Es como tener la oportunidad de visitar el Oráculo de Delfos”.

A través de una videollamada desde una sala de conferencias en Los Ángeles, un alegre Scott, de 86 años, me dice que Álvarez es “una buena noticia” para una franquicia que “necesita despertar”.

“El peligro de todas las franquicias es que mueren a menos que alguien de repente decida tomar la iniciativa”, dice Scott. “Fede es una oleada de energía, así que tuve que dar un paso atrás y dejar que lo hiciera”.

Según la experiencia de Scott, el aspecto más difícil y crucial de hacer una película es escribir el guion. “Pero Fede tenía un plan firme en su mente, y su guion era bastante claro”, recuerda. “También era largo, pero el guion siempre es largo. Y trabajamos un poco en eso”.

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Archie Renaux y Cailee Spaeny en la película “Alien: Romulus.” (20th Century Studios)

Cada vez que alcanzaba un hito en su proceso, Álvarez se comunicaba con Scott, quien le daba comentarios específicos, especialmente después de ver el primer corte de Romulus.

“Ridley siempre fue la persona a la que acudía para mostrarle cómo iban las cosas, debatir con él y obtener su bendición, así como sus críticas y objeciones”, dijo Álvarez. “Fue una colaboración creativa donde nos encontramos en un punto medio”.

Scott, que personalmente odia recibir consejos, no quería interferir demasiado en el proceso de Álvarez. “Es difícil trabajar con personas que te dan consejos —lo último que quieres en cierto punto son sugerencias”, dice Scott, añadiendo con la confianza que pocos han ganado tan plenamente: “No necesito consejos. Si caigo sobre mi propia espada y termino sangrando, diré: ‘Fue mi culpa'”.

Scott limitó sus comentarios a cuestiones de tiempo, principalmente. Señaló que “las películas casi siempre son demasiado largas, y a la mayoría de los directores les cuesta creer que eso sea así”, mencionando los peligros del “dolor de asiento” cuando un filme se acerca a las tres horas. (Una versión extendida de su reciente épica Napoleón acaba de ser anunciada, con una duración de 205 minutos).

“Espero que Fede tenga otra más bajo la manga porque creo que esta va a funcionar muy bien,” añadió Scott con sinceridad. “Tiene un toque de brillantez.”

La motivación de Álvarez para hacer una “intercuela” provino de su aprecio por la estética de las dos primeras de Alien, especialmente su diseño de producción: interiores sucios y desgastados, pantallas de video rudimentarias, consolas, y puertas de esclusa gruesas. Para él, Romulus es una película de época cuya tecnología retro proviene del período en la línea de tiempo de la franquicia al que pertenece.

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David Jonsson en la película “Alien: Romulus.” (20th Century Studios)

“Estaba tratando de justificar por qué se ve de esta manera visualmente”, dice Álvarez. “También soy un gran fanático de seguir el canon al pie de la letra y no desviarme demasiado de las creaciones anteriores.” Traicionar el estilo de manera demasiado drástica, cree Álvarez, rompe la ilusión para la audiencia.

Al mismo tiempo, Álvarez piensa que las audiencias de hoy quieren ver nuevas historias ambientadas en mundos familiares: tramas y personajes con los que puedan sentirse identificados. Por eso, dice, nunca pensó en incluir a Ripley, la heroína emblemática interpretada por Sigourney Weaver.

“Nunca quieres que una audiencia joven vaya a ver una película y frunza el ceño pensando: ‘¿Quién es esta persona? ¿Por qué la mitad del cine está tan emocionada por este hombre y yo no sé quién es?'”, afirma. “Se convierte en un exceso en el que no estoy interesado.”

Para Álvarez, la piedra angular de Alien es la criatura y su ciclo de vida, desde el facehugger que se arrastra como una araña, pasando por el chestburster (“revientapechos”) que sacudió a las audiencias iniciales hasta lo más profundo, hasta su rápido crecimiento que la lleva a alcanzar la aterradora forma humanoide. Todas las vueltas y giros, según el director, derivan de esa evolución concebida de manera única. Y todas estas etapas inconfundibles están presentes en Romulus, incluso un poco más.

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Una escena de la película “Alien: Romulus.” (20th Century Studios)

“Cuanto menos entiendes sobre la criatura, más aterradora es”, dice Álvarez. “Tenemos miedo de las cosas que no podemos entender, y sobre todo, de las cosas que no podemos entender y que tienen un elemento humano”.

Parte de la visión de Álvarez era hacer una película utilizando sets y efectos prácticos, pero su razonamiento no se basa en el típico debate sobre el realismo del CGI. Para él, se trata de algo más esencial, el mismo impulso que mueve a un periodista.

“Ni siquiera me importa qué se ve mejor, pero quiero ir a algún lugar”, dice Álvarez. “Quiero viajar en una nave espacial donde todas estas cosas van a suceder y mi trabajo es estar allí con la cámara, verlo, capturarlo y traerlo de vuelta”.

Con el objetivo de lograr una sensación táctil, Álvarez tuvo la libertad de realizar otras colaboraciones soñadas. Para una escena en la que una rata de laboratorio muere y luego se reanima, Álvarez recurrió a Tippett Studio, dirigido por el legendario maestro de efectos Phil Tippett, para animar un modelo de roedor mediante stop-motion. Para las naves espaciales, contrató al experimentado artista de efectos Ian Hunter (Interestelar) y así crearlas como miniaturas, algunas de las cuales fueron filmadas directamente, mientras que otras fueron escaneadas y convertidas en activos CGI basados en lo que se construyó a mano.

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Cailee Spaeny en la película “Alien: Romulus.” (20th Century Studios)

Álvarez admite que no desea crear una película sin limitaciones, afirmando que eso sería motivo de preocupación, no de alegría.

“¿Por qué querría eso?”, pregunta. “Ninguna de las obras maestras del cine se hizo con total libertad creativa, ni la Alien original ni El Padrino.” Para Álvarez, esos triunfos surgen de la lucha entre un estudio y un director, fuerzas creativas que quieren hacer dos filmes diferentes. De esa tensión mutua nace la película.

Álvarez aprendió a hacer cine al final de sus veintes bajo las expectativas de clientes que compraban comerciales en su Uruguay natal. “Hoy en día tengo mucha más libertad haciendo películas en Hollywood que la que tenía en Uruguay haciendo un comercial de yogur de bajo presupuesto”, dice.

Fue durante aquellos años que el director completó un cortometraje titulado Ataque de pánico!, en el que un robot gigante ataca Montevideo (Álvarez hizo gran parte de la programación y gráficos él mismo). En 2009, lo subió a YouTube para compartirlo con amigos solamente. A la mañana siguiente, las visitas se dispararon — se volvió viral, como decimos hoy — y su bandeja de entrada se inundó de correos electrónicos de estudios de Hollywood y agencias de talentos.

Álvarez, quien afortunadamente había perfeccionado su inglés mientras hacía un máster de guion en Ámsterdam, firmó un contrato para desarrollar Posesión infernal en pocos días. Recuerda sentirse inquieto por un artículo del Los Angeles Times que cuestionaba si realmente era “la verdadera promesa” y el nuevo prodigio de la industria.

“De repente, había un artículo que afirmaba que iba a tener una carrera cinematográfica en Hollywood, y un productor decía algo como: ‘Miren a este tipo, va a ser una estrella. Él es la verdadera promesa,’” recuerda Álvarez. “Y yo pensaba, ‘¿a quién le prometí eso?’”

Las noticias de su éxito en Hollywood hicieron titulares en Uruguay, donde se producen pocas películas. Nacido durante una brutal dictadura militar, Álvarez pensaba que se convertiría en pianista clásico —todavía toca— porque había pocas perspectivas para hacer largometrajes de ficción en su país. Comenzó a hacer cortometrajes “por el amor al arte”.

Su padre, quien soñaba con dirigir películas pero nunca pudo hacerlo, no estaba contento con las aficiones artísticas de Álvarez. “Cuando se dio cuenta de que iba por ese camino, al principio quiso detenerme de todas las formas posibles, lo que probablemente me hizo querer hacerlo aún más”, recuerda.

Al llegar a Los Ángeles, el joven Álvarez encontró un mentor en Raimi, quien fue el productor ejecutivo del remake de su Posesión infernal.

“Sam nos cambió la vida al creer que podíamos escribirla”, dice Álvarez. “Quería proteger nuestro espíritu independiente de la máquina de Hollywood”. Habla en plural porque incluye a su amigo uruguayo Rodo Sayagués.

Todos los guiones de largometraje de Álvarez han sido coescritos con Sayagués, a quien conoce desde que eran preadolescentes. A lo largo de todas las oportunidades que le cambiaron la vida, Álvarez ha mantenido una admirable lealtad hacia los amigos que primero alimentaron su curiosidad por el cine en Montevideo, en una época en la que trabajar en Hollywood parecía inconcebible.

La primera cámara que Álvarez usó, de VHS, pertenecía a su amigo Christian Zagia, quien la recibió como regalo del novio de su madre cuando eran niños. Zagia tiene un cameo al principio de Alien: Romulus y desempeña un papel en ambas películas de No respires.

Los dos thrillers fueron, a su vez, filmados por Pedro Luque, el director de fotografía uruguayo que trabajó con Álvarez en Ataque de pánico!. Luque recientemente fotografió la nominada al Oscar La sociedad de la nieve y en Romulus se desempeña como director de la segunda unidad.

“Me enorgullece mucho no haber llegado aquí solo y dejado a todos en Uruguay”, dice Álvarez. “Con cada película, trato de traer a más y más de mi gente.”

Bromeo diciendo que hay pocas cosas más auténticamente latinas que ser invitado a una fiesta y llevar a tus amigos. Álvarez se ríe, asintiendo: “Sí, por supuesto.”

Él cree que su superpoder es haber comenzado como un espectador ordinario que de repente tuvo la oportunidad de hacer películas de la noche a la mañana.

“Para mí, el impulso siempre ha sido escribir lo que quiero ver, sin dejar que Hollywood, los fanáticos u otras presiones afecten el rumbo de la historia”, dice Álvarez. “Y hacerlo lo más puro posible.”

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