¿Queremos ser un poco más valientes? ¿Queremos acabar de una vez por todas con las bellaquerías, las ilusiones erróneas, los fascismos, los convencionalismos, las pasiones estériles? Todo se ha roto. Ya no creemos en nada ¿Y ahora qué? Se puede mirar alrededor con ojo crítico y con amor. Y con una cierta dosis de diversión volcada en el vivir mismo.
Casualidad forzada encontrarse con esta frase de Fellini el día en que muere Scola. Reflexión fellinesca cuyo marco exacto no se conoce. Es una frase suelta de Fellini, que invoca de forma inmediata al cine de su amigo, cine que a Fellini le dedicó su última película de amor con Qué extraño llamarse Federico (2013)
Si hay algo que Scola sabía hacer a través del cine era amar. Por esto y claro, por no menor causa que su trayectoria en el cine italiano, merece ser despedido.
Desfachatado, sin perder el norte crítico que la época histórica le rogaba, de humor cínico y de muy bellas mujeres, Scola supo divertirse haciendo cine. Hijo de la tendencia neorrealista, como buen dibujante que era supo darle a su trazo en el cine un gesto muy propio. En el cine de Scola a pesar del contexto y las cosas que le pasan a la gente, los personajes, por momentos grotescas caricaturas, se encuentran siempre envueltas en un círculo melancólico propio de la segunda característica principal de sus películas, lo íntimo.
Los personajes de las películas de Scola tenían un contexto, una vida y sí, se desprenden de ellos asuntos que los sobrepasan como individuos, sus grandes momentos y preocupaciones pasan por los vínculos estrechos, por los pequeños núcleos afectivos. Pueden ser éstos de finas composiciones y buen vestir como en el caso de La Familia (1987) cuyo único escenario es una casa donde por alguna extraña razón revienta el drama:
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O como en Sucios, feos y malos (1977) en la que una comunidad de veinte personas comparten un rancho de lata en las afueras de Roma y la brutalidad pura se hace presente de la forma más natural del mundo:
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Es que si hay algo bello que caracteriza al cine de Ettore Scola, y se debe repito, a su capacidad de amar, son aquellos momentos que suceden porque sí, de forma gratuita, que no hacen más que involucrar a uno. Así en ese pacto se construye esta estructura con la que todos definen al cine de Scola: la comedia humana por excelencia.
Gratuitos son los dibujos de mujeres desnudas en los créditos iniciales de su primera película Hablemos de mujeres (1964)
O el llanto desconsolado del niño en La familia. Gratuita es la escena de La cena (1998) en que un hombre canta mientras se afeita y una mujer mientras sonríe al escucharlo se pone contenta unos nuevos zapatos de taco color rojo y pregunta:
-¿Te gustan?
-¿Qué?
-Los zapatos
-Ah, rojos
-Sí, rojos
Gratuito fue haber hecho una película solo para reencontrarse, aunque sea a través de la ficción con Fellini,
Gratuita es esta escena de Un día muy especial (1977) en que dos personas que sólo pueden ser amantes, tratan de bailar rumba:
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Gratuito es el amor que emana su cine.
Y así, como la vida, gratuita fue su muerte.