Estaba aquella reflexión de Jacques Rivette que planteaba que toda buena película es algo más complejo de lo que su director se propuso hacer. Decía que toda gran película es en realidad el retrato de esa cosa que el director, sin quererlo, estaba imprimiendo en la pantalla, en la interacción de sus planos, escenas, secuencias. No es que uno, después, como espectador, vaya a ser capaz de deducir todo lo que está ocurriendo allí pero algo se percibe vivo, misterioso, inasible; en el caso de Elle (2016), también, chocante y contradictorio.
La película narra el juego en el que Michelle se mete cuando decide no denunciar la violación que sufre ni bien empieza la película, y buscar (o esperar) al atacante y resolver el tema bajo sus propios medios. Eso es, en realidad, la superficie, porque la película también la narra a ella como mujer, empresaria del mundo de los videojuegos, víctima de un trauma en la infancia, madre, hija, ex-esposa, amante, amiga. Y sobre todo, narra el cruce donde la violación no es del todo un punto que la devela en su fragilidad y sufrimiento sino que, por el contrario, hecha luz sobre su fría elegancia, su racionalidad y su deseo. Porque su reacción a la violación no es, digamos, lo que uno espera; y detrás de eso, hay cierta complejidad que la lleva a recorrer una línea peligrosa de coqueteo, literal, con su atacante. En ese recorrido, el guión y la puesta en escena establecen un choque entre lo que parece esperable y lo que de hecho ocurre, construyendo momentos de comedia y perplejidad.
Lo atroz se vuelve sexy; lo violento, erótico. Las contradicciones abundan en la película, desde el hijo negro de una pareja blanca (con un padre obstinado con afirmar que se trata de su hijo) a la extraña comicidad de un policial. No son fundamentos de una tesis sino piezas del misterio que, al fin y al cabo, es ella y su deseo, que se afirma en su ley, ilógico e inexorable. Entonces lo que genera rechazo o atracción se vuelve imposible de distinguir. La síntesis última es el rostro de ella (spoiler), la forma sutil en la que sonríe (casi como si lo hiciera con los ojos) frente al rostro ensangrentado del violador moribundo (fin de spoiler.)
En una entrevista a IndieWire, el director Paul Verhoeven parece afirmar su intensión de buscar el cruce entre terrenos contradictorios: “Mantengo un ojo abierto al lado destructivo del universo; la sexualidad, la amistad y el amor están en el otro lado. Yo estoy tratando de usarlos a los dos al mismo tiempo. Los dos están en todos lados”. La incómoda concatenación de sucesos que albergan esta doble naturaleza son la premisa que construye la extrañeza que sobrevuela a toda la película y la perplejidad que puede provocar las decisiones y actitudes de ella, u otros de los personajes. Más que llevarnos a formular una idea racional -que quizá podríamos- lo más interesante sucede en la parte que parece escapar a ese esfuerzo.
Título original: Elle / Título local: Elle, Abuso y Seducción / Año: 2016 / Duración: 130 min. / País: Francia / Director: Paul Verhoeven / Guion: David Birke (Novela: Philippe Djian) / Música: Anne Dudley / Fotografía: Stéphane Fontaine / Elenco: Isabelle Huppert, Laurent Lafitte, Anne Consigny, Charles Berling, Virginie Efira