EL PLANETA DE LOS SIMIOS: NUEVO REINO (2024)

Pasaron más de cinco años desde una nueva película de El Planeta de los Simios, con aquella gran y definitoria La Guerra del 2017, a la cual “definitoria” le queda perfecto. Tanto por cerrar aquella trilogía arrancada por (R)evolución en el 2011, como por aumentar los dilemas que su director, Matt Reeves (persona a la que si bien la definición de autor le queda grande, es un buen director, lo que es un gran halago) había planteado en Confrontación. Dilemas que llevó a nuevos lugares con una película crepuscular, dura, pero también con cierto halo de esperanza en su final, donde si bien el César ha caído, eso no quiere decir que lo haga su civilización. Halo de esperanza que continuó Wes Ball, director de la apenas decente trilogía Maze Runner que, de forma sorpresiva, no sólo entendió el legado, sino que también entregó algo espectacular.

Pasaron varios años desde la muerte de César y de una generación de simios que creció en las ruinas del viejo mundo, lo que nos sitúa más de 300 años después de los hechos transcurridos. En este contexto, Noa, un joven simio de una tribu que vive en un mundo que desconoce tanto como la audiencia, ve a su pueblo ser secuestrado y a su padre ser asesinado por un grupo salvaje cuya identidad y motivos es un misterio. Es por eso que iniciará un viaje, no solo para tratar de rescatar a su gente y enfrentarse a los que mataron a su figura paterna, sino también, para entender el mundo que habita y -de una forma más interna- poder entenderse a sí mismo como parte de una especie.

El Planeta de los Simios: Nuevo Reino (2024)

Hay algo en lo que la saga de El Planeta de los Simios ha destacado siempre y no es sólo la cuestión de los efectos especiales -capaces de asombrar a cualquiera- o la curiosidad de ver un mundo post-apocalíptico donde la especie predominante es el primate. En cambio, a través de ese mundo ficticio, lo que logra es traspasar temas que hoy se siguen debatiendo, cosa que ya estaba presente en la primera entrega de 1968: desde el racismo hasta la autodestrucción del hombre por jugar a ser dios, pasando por ideas políticas y teológicas bien implementadas. Porque ante todo y lo que diferencia a El Planeta de los Simios de algo como Duna (2021), es que todo está confiado a la narración visual y no a una exposición solemne y grandilocuente.

Es por eso que para hablar de Nuevo Reino ya podemos ir sacándonos de encima algunas cosas básicas. A pesar de ser la que tiene más efectos digitales en pantalla de toda la saga, no dejan de ser hazañas técnicas que se ven impresionante. También se valora que para ser la cuarta entrega de una saga que además tiene como “deber” iniciar una nueva trilogía, aún se puede entender por sí sola y puede sostenerse como un relato universal. Por último, también es admirable que en este contexto, la película no sólo entienda las cuestiones presentadas en sus entregas anteriores, sino que también les dé un nuevo giro.

El Planeta de los Simios: Nuevo Reino (2024)

La trilogía anterior además de mostrar el desarrollo de un personaje tan interesante como César y el conflicto que tenían los humanos con él, también mostraba la historia de la creación de un mito. Del hombre que al igual que Roma, no sólo fundó un imperio, sino que también a través de sus historias y enseñanzas, formó los pasos de una generación. Esto forma la base de Nuevo Reino. Si ya vimos la transformación de un mesías a mito, ahora veremos cómo esas generaciones han comprendido sus enseñanzas, que han sido dejadas de lado desde dos posiciones distintas: el desconocimiento y la perversión para un propósito contrario (cualquier parentesco con la realidad es pura coincidencia). Dos posiciones que serán el faro para que nuestro protagonista, Noa, pueda ir en la búsqueda de ese entendimiento verdadero.

Esta película aprovecha muchísimo la fisicalidad y el movimiento que hace su personaje al moverse por el entorno, más específicamente cuando hay un movimiento hacia arriba (un eje vertical para los amigos). Al igual que en (R)evolución, lo alto se presenta como un punto de maduración para el personaje en tres momentos, marcando también los tres actos de la película. El primero es el arranque, donde el escalar un edificio se convierte en una muestra de las ideas de ir “más allá” que tiene Noa. El segundo es el ataque a la aldea, donde escalar su hogar para rescatar a su padre -y luego caer después de no haberlo salvado- marcan el verdadero rito iniciático del personaje en forma de salvación. El tercero es la entrada a la bóveda, que vuelve de forma simétrica sobre el inicio y cierra la idea del ir más allá de lo establecido.

El Planeta de los Simios: Nuevo Reino (2024)

El conocimiento como forma de avance está presente en toda la película, tanto para conocer las ruinas de ese viejo mundo y entender la presencia del simio/humano, como para comprender las enseñanzas de César y saber que el verdadero avance para una nueva generación de simios no está en el avance militarista (algo que el simio favorito de todos siempre trató de evitar) sino en ver lo que hay detrás de todo. Esa idea del paso no sólo se dará volviendo al telescopio y descubriendo el todo como ocurre a la mitad y al final, sino también a través del paso de la antorcha como lo hace el personaje de Raka, último bastión de un grupo que trata de entender al mito con Noa. Paso que se dará en un puente que representa la transición entre joven a adulto definitiva que tiene que tener el personaje para así avanzar en su búsqueda.

Una vez que Noa entiende todo, está listo para liberar al pueblo y enfrentarse a un personaje como Proximus, un enamorado de las peleas en el coliseo con gladiadores esclavos antes que de los mitos formadores de la ciudad eterna. Para liberarse de él solo hay que romper una barricada (lo contrario a un puente), escalar a lo alto para salvar la vida y entender de verdad el dicho de César “Simios, unidos, fuertes”.

Por todo esto, esta saga se nos presenta como un horizonte en el mar del cine mainstream, ya no solo en el sentido del espectáculo y grandeza visual, sino también narrativa. Nuevo Reino nos vuelve a recordar que El Planeta de los Simios siempre estuvo ahí para, a través de ella, pensar el mundo con una mirada que trata de entender el pasado, sus mitos y tragedias. Todo esto, haciendo uso del arma principal que tiene cualquier gran película, el lenguaje cinematográfico.

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