“Lo que siempre me preocupa poder hacer es mirar a las personas, de tal forma, de que podamos empezar con la premisa de que son gente real y que nos importan […] [al principio cuando reúno a los actores] lo hago primero individualmente con cada uno. Pero el actor no es separado individualmente para encontrarse a sí mismo y mirar dentro de su alma, como he escuchado. Eso es basura. Lo que yo hago no es más que una simple disciplina para hacer posible una improvisación, donde el personaje “A” no sepa más sobre el personaje “B”, de lo “A” realmente sabría sobre “B”, y viceversa. Y hay algo más, que es lo que alimenta mi idea de que el actor es un artista –porque actuar es realmente un trabajo muy complejo-, y es que el actor en la improvisación tiene que trabajar muy a la par consigo mismo para lograrlo realmente. Es decir, no se puede decir “ahora voy a ser esta persona”, enseguida empezar a improvisar y automáticamente pretender ser como esa persona. ¡No! Es un tipo de trabajo a través del cual el actor construye a la persona por sí mismo en una habitación, por ejemplo, para descubrir al personaje sin la presión de que algo más va a suceder. Algunos actores, como esto es algo muy fuera de lo común en comparación a las formas convencionales de trabajo actoral, encuentran muy extraño el hecho de sentarse en una habitación y no hacer más que lo que el personaje comúnmente haría. Pero una vez que el actor logra hacerlo, y logra creer realmente en lo que está haciendo, más allá de si está pasando o no algo “interesante”, solo dejando que ese accionar fluya es que empieza a crecer una realidad que más tarde desembocará en algo que sí es absolutamente interesante.”
-Mike Leigh