David Bordwell: Imágenes y Píxeles (parte 1)

Materiales Extra Nº5

Este texto de David Bordwell iba a salir en el número 5 de nuestra versión impresa pero por motivos de espacio quedó afuera, al igual que otros muchos y valiosos contenidos. Todo eso lo vamos a ir sacando en la web en las próximas semanas, como material extra de los temas que se trataron en la edición impresa.


En la actualidad, Dawson City, en el Territorio del Yukón en Canadá, tiene menos de dos mil habitantes, pero en la década de 1890, decenas de miles de personas pasaron por allí en busca de oro. Las películas también llegaron, pero lo remoto del lugar hizo que fuera el final del camino para la mayoría de ellas. Muchas se almacenaron en el sótano de la Biblioteca Carnegie. En 1929, un emprendedor empleado de banco las pasó a una piscina abandonada. Las pilas de películas estaban cubiertas con tablas y también con tierra, por lo que se encontraban enterradas en el permafrost. La superficie se convirtió en una pista de hockey sobre hielo.

En 1978, constructores descubrieron el escondite de las películas. Sam Kula, que trabajaba entonces como archivero de los Archivos Nacionales de Canadá, guardó las películas temporalmente en un almacén de hielo. Luego comenzó el meticuloso proceso de verificar cada rollo y finalmente se involucró a la Biblioteca del Congreso de EE. UU. porque la mayoría de los 507 rollos descubiertos era estadounidense. Entre los hallazgos se encontraba un cortometraje de Harold Lloyd, una gran cantidad de material de noticias y una valiosa variedad de series protagonizadas por heroínas de la década de 1910.

Cualesquiera que sean los méritos de las películas reveladas (o literalmente desenterradas, en el caso Dawson), descubrimientos como estos son señales de esperanza. ¿Quién sabe cuánto más de nuestra herencia cinematográfica queda aún por redescubrir? Por este motivo, el archivero Paolo Cherchi Usai de George Eastman House prefiere indicar que una película no está “perdida”, sino más bien “aún no encontrada”.

Dados estos descubrimientos, los archiveros se pusieron a trabajar para crear versiones utilizables y duraderas. Pero, hoy en día, esta tarea es mucho más difícil. Pronto, la mayoría de las películas que se hacen y exhiben no existirán en película fotoquímica. Serán archivos digitales y necesitarán ser almacenados de forma segura. ¿Pero cómo?

¿Podrá el tifón actual de ceros y unos arrebatarnos nuestro pasado analógico? ¿Habrá alguna vez una Dawson City digital, una reserva de archivos de películas perdidas? Parece probable que la proyección digital haya puesto a la historia del cine en riesgo de maneras involuntarias e inesperadas.

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Restauración digital: una historia de éxito

“De las decenas de miles de largometrajes producidos en todo el mundo en la era del cine mudo,
aproximadamente el diez por ciento sobrevive”.

-Jan-Christopher Horak,
director del
archivo fílmico y televisivo de la Universidad de California en Los Ángeles.

Los archivos a los que me refiero son o bien públicos, como la Biblioteca del Congreso, o respaldados por privados, como Eastman House y el Museo de Arte Moderno. Estos y cientos de archivos más pequeños son instituciones sin fines de lucro encargadas de proteger las imágenes y sonidos que consideramos de valor cultural. Por el contrario, un archivo en un estudio tiene como objetivo mantener la inversión de la firma en su propiedad. Con frecuencia, los estudios depositan películas de importancia histórica en archivos sin fines de lucro; algunos países exigen por ley que se depositen copias de las películas que circulan allí en el archivo nacional. Ambos tipos de archivos han realizado un trabajo excelente, pero hablaré principalmente de los archivos sin fines de lucro, que a menudo reciben películas por donación, depósito, compra o accidente.

Los archiveros distinguen entre conservar y preservar. Una película se conserva cuando se la lleva al archivo y se la almacena de forma segura en bóvedas con una temperatura y humedad controlada. En cambio, una película se preserva al limpiarla y repararla, y, si es necesario, transferirla a un medio más estable. La restauración, que es la tarea de archivo más visible para el público amante del cine, va más allá. Consiste en trabajar para hacer que la película se aproxime lo mejor posible a su estado original.

Antes de la década de 1970, los archivos conservaban y preservaban, pero rara vez restauraban. Los archiveros de las instituciones públicas mantenían un equilibrio entre dos funciones: mantener las películas a salvo para el futuro y proyectarlas para el público y los investigadores. Al igual que los museos de arte, los archivos custodian tesoros a la vez que exhiben algunos de ellos.

Muy a menudo, los archivos preservaban su material mediante la realización de las mejores copias posibles. Una parte importante del trabajo era migrar las películas de un formato a otro. Por ejemplo, algunas antiguas compañías de cine estadounidenses registraban los derechos de propiedad de sus productos mediante la presentación de rollos de papel en los cuales estaba impreso cada fotograma de la película. Estas “impresiones en papel” tenían que transferirse, fotograma por fotograma, a una película.

Como todo el mundo sabe, miles de películas en las colecciones de los archivos existen en película de nitrato. Ese fue el estándar profesional antes de 1950 aproximadamente, cuando la industria lo abandonó. No solo la película de nitrato tenía la tendencia a explotar o incendiarse, sino que también solía descomponerse. Los cineastas experimentales han encontrado una belleza siniestra en las imágenes estropeadas, pero los archiveros se organizaron para recaudar fondos y así ayudar a transferir sus colecciones a acetato. Luego, los archiveros descubrieron que algunas películas de acetato se degeneraban en un vapor ácido y contagioso. Por tanto, fue necesario realizar una migración a una nueva película basada en poliéster.

La preservación, que simplemente consiste en mantener las películas vivas en formatos de larga duración, siguió siendo fundamental para los archivos. En la década de 1970, un conjunto de archiveros también comenzó a restaurar películas. Por ejemplo, la mayoría de los largometrajes mudos se lanzaron en copias teñidas y con tonalidades, pero muchas copias subsistieron solo en blanco y negro. Los restauradores, guiados por registros en papel que sobrevivieron, se fijaron como objetivo crear copias que se aproximaran a los esquemas de color del original.

Con el auge de la televisión por cable y los videos caseros, las filmotecas de los estudios se volvieron más valiosas. Ted Turner, dueño de las filmotecas de MGM, Warner y RKO, fue acusado de “colorear” algunos clásicos para sus canales de cable, pero al mismo tiempo, invirtió en la restauración de un gran número de ellos. Otras empresas siguieron su ejemplo. Lo que el viento se llevó y las películas clásicas de Disney fueron reelaboradas para el cable y el lanzamiento en VHS.

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Las décadas de 1980 y 1990 se transformaron en la gran época de las restauraciones. Se presentó nuevamente a las audiencias a Napoleón, Becky Sharp, Lawrence de Arabia y Vértigo. En la actualidad, Turner Classic Movies es nuestra gran vidriera de las restauraciones de estudio o hechas fuera de Hollywood; es lo más cercano que tenemos a una filmoteca ciudadana.

En un principio, la restauración era un asunto fotoquímico. Cada archivo importante contrataba expertos en refotografía y trabajo de laboratorio que supieran cómo optimizar el aspecto de una película. Archiveros como Noël Desmet recopilaron información sobre las propiedades de las películas de cine antiguas y de los tintes. Las películas descoloridas se pudieron reimprimir a través de filtros que pueden recuperar parte de las antiguas imágenes. El aspecto de las antiguas películas se mejoró significativamente gracias al positivado con ventanilla húmeda, que sumerge cada fotograma en un líquido que oculta las rayas en la base o emulsión.

Pero no había mucho por hacer con respecto al deterioro del nitrato por las manchas que podían invadir una escena, o la suciedad o el polvo que las copias anteriores transmitieron a la película actual. Y aquellas películas cuyo negativo original no se encontró, incluidas El ciudadano y Cantando bajo la lluvia, siempre se verían como la sombra de una sombra: copias nuevas extraídas de copias antiguas y quizá desgastadas.

La ventaja era que mientras se mantuvieran las copias de origen y las restauraciones en película de cine de 35 mm en un lugar fresco y seco, el material iba a durar más de 100 años. Algún día se podrían encontrar mejores herramientas para optimizar lo que ya se tenía.

Ese día llegó bastante pronto. The Disney Company tenía un ingreso estable proveniente de los relanzamientos en cine y video de sus clásicos animados, y el reestreno en 1990 de Fantasía utilizó técnicas para pintar el video y así corregir los defectos en los fotogramas. Luego, a Blancanieves y los siete enanitos se le aplicó un tratamiento de alta resolución. La limpieza de polvo y los ajustes de color se realizaron fotograma por fotograma. Reestrenada en 1993, Blancanieves fue el primer largometraje que se restauró digitalmente.

A partir de ese momento, los arreglos digitales se convirtieron en un método estándar para la restauración de archivos. El metraje se escanea en un archivo de resolución 2K o 4K. Ya sea de forma manual o automática, el software puede corregir las imágenes con saltos o temblorosas, limpiar el polvo, eliminar las rayas y equilibrar la exposición, el contraste y otros factores. Puede interpolar áreas de imágenes para corregir los daños en el fotograma, y puede agregar tinte o tonalidad. Los archivos terminados luego se pueden guardar como archivos o se pueden volver a escanear como películas, como fue el caso de Blancanieves. Se puede ver un ejemplo de la película de Marcel Carné recientemente restaurada, Los niños del paraíso.

Es probable que pronto la mayoría de las restauraciones sean terminadas y proyectadas en formatos digitales, sin que prácticamente circulen las películas de 35 mm.

Continúa…


Traducción: Rocío Medina y Ximena Dutra. Corrección: Cecilia Fraga.


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Restauración 4k de la película Tiburón, de Steven Spielberg.

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