Hoy a las 21hs se exhibe, en el marco de La Semana del Documental del DocMontevideo, la película Cinema Novo (2015), de Eryk Rocha, galardonada en Cannes con el premio Ojo de Oro al Mejor Documental. Una película-ensayo realizada a partir de 130 filmes, entrevistas y material de archivo, que construye un recorrido y un diálogo desde el presente con el emblemático movimiento brasilero que alcanzó su cumbre en los años ’60. Es la sexta película de largometraje de Eryk, hijo de Glauber Rocha, que ya había participado en Cannes en el 2004 con su cortometraje Quimera (2004).
El realizador estará presente en la proyección de esta noche a las 21hs en la Sala Zitarrosa, con entradas a un costo de $130. Aprovechando su visita a Montevideo, entrevistamos al realizador.
¿Recordás cuándo decidiste que harías una películas sobre el cinema novo? Imagino que la idea pasó muchas veces por tu cabeza en distintos momentos… ¿cómo fue que tomaste la decisión de hacerla?
Hace 9 años, conversando con los directores del Canal Brasil (un importante canal de cable dedicado al audio-visual), percibimos que ya habían pasado casi 50 años y que no existía una película sobre el movimiento del cinema novo brasilero. El proyecto se volvió aún más necesario porque varios de los cineastas se estaban muriendo y era urgente conversar con ellos, ya que eran testimonios vivo del movimiento. Enseguida invité al productor Diogo Dahl para participar de la película. Él es un amigo de mi infancia e hijo de Nelson Pereira dos Santos, por lo que teníamos también ese vinculo afectivo que fue fundamental en todo el proceso. En la primera fase del proyecto entre 2007 y 2009 filmamos conversaciones con aproximadamente 15 cineastas. Dejé el material descansando, en suspensión. En mi cabeza y mi imaginación fue madurando la película. Mientras tanto hice tres largometrajes y algunos cortos. A fines del 2014 retomamos el proyecto con mucha vitalidad y pasión y con la importante participación del brillante montajista Renato Vallone, gran amigo, que ya había trabajado conmigo en otras películas. Fueron nueve meses intensos de inmersíon en el montaje hasta nacer Cinema Novo.
¿Cómo es hacer una película a partir de otras 130 películas, que además vienen del pasado de tu país, de tu padre? ¿Qué encontraste en esas películas?
El corazón, la pulsión de Cinema Novo nace en el montaje. Fue un gran presente de la vida y de los dioses del cine poder realizar esta película. Una posibilidad genial de ver y re-ver el cinema novo, pero también la historia del cine brasilero. Una posibilidad de descubrir muchas películas nuevas, y de entrar en contacto con la historia política del Brasil. Uno de los puntos de partida era construir con una multitud de fragmentos un cuerpo poético nuevo, autónomo. La dramaturgia de le película nace a partir de ésa integración de tantos fragmentos, que juntos crean un nuevo sentido. Incluso creo que esa era una la fuerzas originarias del movimiento del cinema novo, el dialogo constante entre las películas. Es decir, no es una película sobre el cinema novo, sino una película CON y A TRAVÉS del cinema novo. También es una película que nace de un dialogo entre generaciones.
¿Dónde conseguiste las copias y los derechos? ¿Cómo está el tema de archivos cinematográficos en Brasil?
Ese es un tema crucial. Principalmente en los ocho años de los gobiernos de Lula, algunas de las familias de los cineastas del cinema novo, ya fallecidos, lograron fondos para restaurar varias de las obras. Pero desafortunadamente otros varios cineastas no lograron todavía lo mismo. Ese proceso de restauración es complejo y caro, y además Brasil es un país (como en general América latina) que no respeta su propia memoria, su patrimonio cultural. Por eso había un desnivel muy grande de los materiales: algunas películas en condiciones muy buenas y otras en un estado muy precario. Un punto fundamental fue la participación de varias de esas familias en el proyecto, que incluso se volvieron productoras asociadas. Puedo mencionar a las familias de Joaquim Pedro de Andrade, Leon Hirszman, Nelson Pereira do Santos, Paulo César Saraceni y evidentemente mi propia familia, la de Glauber Rocha. Además de eso siempre tuvimos un fuerte apoyo de los cineastas vivos, como Carlos Diegues. Todo eso también viabilizó todo el tema de los derechos, pues se trata de un proyecto de bajo presupuesto que nunca seria posible si no tuviéramos esos respaldos.
¿Podrías describirnos una semana en ese proceso de montaje de 9 meses que tuvo la película?
El proceso de montaje de la película fui muy rico, arduo e intenso. Un gran aprendizaje. Cada semana se planta una semilla, un avance, un nuevo paso. En realidad a veces ni siquiera pasa eso. Hay días y semanas que la cosa no anda… Como un cangrejo… Entonces es necesario un espacio de reflexión, experimentar, errar, perder tiempo. Pienso que el tiempo y la posibilidad del equívoco, es la gran joya de la creación. Me encanta en el cine esa libertad de descubrir algo que todavía no sé, pero sobre lo que tengo alguna intuición…
Además de retratar el movimiento cinematográfico y las imágenes que captó, Cinema Novo parece una exploración sobre el ritmo, el choque, el montaje… ¿Lo sentís así? ¿De qué se trata ese choque?
Es verdad, a mi me gusta hacer un cine que piensa el cine. Además de eso, siento que esos choques, esos ritmos son muy inspirados por una frase que dijo el padre del cine brasilero, Humberto Mauro que dice: “Cinema é cachoeira” [el cine es una cascada]…. Eso fue un bello estimulo para imaginar el flujo, la musicalidad, la partitura audio-visual de la película. No queríamos explicar ni concluir nada, sino generar movimiento en el movimiento del cinema novo. Romper esa relación nostálgica, anecdótica, cristalizada con el pasado, y traer la energía, la actualidad, la potencia del presente. Muchas de esas películas siguen teniendo un eco, y dialogando visceralmente con el Brasil contemporáneo. Es decir, no queríamos la memoria idealizada del pasado, sino la memoria como construcción del futuro.
En un pasaje, cuando mostrás una sala de montaje, se me hizo imposible no pensar en como el fílmico y su manipulación se ve cada día más extraño y lejano, casi como de ciencia ficción. ¿Qué implicancias tiene para vos la sencillez actual con la que se manipulan y circulan las imágenes en movimiento?
Vivimos hoy en un mundo donde existen más cameras que personas. El cine en aquel momento, en los ’60, era el único arte audio-visual, la televisión era algo todavía muy embrionario, entonces el cinema era como el Rey, el todopoderoso, el que incorporaba todo el imaginario audio-visual. A lo largos de las ultimas décadas el cine se expandió en muchas otros medios y lenguajes audio-visuales. La televisión, los dvds, la internet, los celulares, las computadores, etc. Podemos decir que hoy vivimos en la ERA de las imágenes, de la comunicación, de la información, donde el audio-visual juega un papel central en el imaginario, en la percepción de la vida humana.