Para las vacaciones de Julio se estrenará por Televisión Nacional la serie animada Anselmo quiere saber. La animación trata sobre las aventuras de un niño curioso que vive grandes aventuras acompañado de sus amigos Milton (una mascota que habla), Ramona (una niña con gran creatividad), y Marco (un niño con una inmensa imaginación). Los niños se hacen preguntas sobre temas de su entorno y, mientras buscan las respuestas, su mundo cotidiano se torna fantástico.
Anselmo quiere saber es el primer contenido multi-plataforma para niños estrenado en nuestro país. Es multiplataforma debido a que además de la serie, abarca un juego/app que ya está disponible en las tablets del Plan Ceibal, una web interactiva y múltiples historietas para descargar en la misma. El juego/app se lanzó en mayo de 2016.
La serie obtuvo apoyos del Ministerio de Industria Energía y Minería, en el marco del proyecto de Funcionamiento, Fortalecimiento e Implementación de Políticas de Especialización Productiva en el Audiovisual; dos apoyo de Montevideo Socio Audiovisual (producción y finalización), Montevideo Filma, y Premio de Fondos Concursables 2013 del MEC en la categoría Relato Gráfico para el desarrollo de una historieta basada en la serie y un Premio ANII para el desarrollo de la plataforma web interactiva.
La web de la serie, con sus atractivos específicos, es: http://www.anselmoquieresaber.com/
Conversamos con su creador y co-guionista, Juan Alvarez Neme (El cultivo de la flor invisible, Avant), abriendo la puerta a reflexiones sobre el estado de la TV en nuestro país y las diferencias entre ficción animada y documental, entre otras cosas.
¿Cómo surgió la idea de Anselmo Quiere Saber?
Esta serie nace intentando hacer televisión. Queríamos hacer televisión, intentar generar algo diferente. Mi hija creció consumiendo contenidos infantiles producidos en otros países por personas que hablan otro idioma, comen otras comidas y tienen otras costumbres. No es muy diferente a cuando yo era niño. La producción nacional en televisión casi no ha cambiado en 40 años y ya no estoy hablando del terreno infantil. Hace 4 años, cuando decidimos hacer este proyecto, la ley de Servicios Audiovisuales estaba encaminada. Se estaban licitando nuevos canales. Parecía que estábamos en los albores de un marco que esperábamos hace décadas y estábamos entusiasmados con las posibilidades. Todavía no hemos visto el desenlace, pero el panorama no es muy bueno e intuyo se perdió una buena oportunidad de profundizar un cambio social. Nuestra televisión privada es una proyección de prejuicios, misoginia, voyeurismo y sexualidad chabacana. Invertimos tiempo y dinero para educar a niños y jóvenes diciéndoles que estas cosas están mal, pero al mismo tiempo auspiciamos con publicidad estatal y permitimos que la tv promueva estos valores a cualquier hora por ondas que le pertenecen al estado.
Es como hacerse trampa al solitario, pero con un costo un poco más alto. Me parece importante hablar de estas cosas y defender nuestra cultura a través del fomento de la producción nacional.
Hoy Anselmo encontró finalmente pantalla en Televisión Nacional. La nueva dirección se entusiasmó con el proyecto y nosotros con llegarle a los niños en todo el país.
¿Cuál fue tu primer interacción con la técnica de animación? ¿Cómo describirías tu manera de comunicarte con los niños por medio de esta técnica?
No tengo antecedentes con la animación. Para este proyecto nos juntamos con la gente de Palermo Animación, quienes produjeron Anina (2013), y nos dejamos guiar por ellos en esa área.
La técnica se terminó definiendo entre las partes, por la característica de los personajes y una relación costo entre producción-calidad. Ellos hicieron un gran trabajo.
Luego se trataba de hacer ficción. Intentamos con el equipo divertirnos en el proceso y el resultado es producto de esa intención. Obviamente que pusimos un filtro en nuestras cabezas para que el contenido fuera apto para un niño pequeño, pero la serie está llena de guiños y referencias de lo que hemos consumido a lo largo de nuestras vidas. Quedaron un regimiento de personajes escritos y dibujados que nos daría para hacer varios capítulos más, aunque probablemente esto no suceda por las costos asociados a un proyecto de este tipo.
Respecto al tema de la comunicación, compartí todo el proceso creativo junto a mi hijo pequeño al igual que la mayoría de los amigos con los que hicimos la serie. Nuestros hijos disfrutaron bastante del proceso pero asumo que hay condimentos subjetivos ahí. Tenemos algunos fans adolescentes que vieron un par de capítulos el año pasado y que en este momento nos están acosando en las redes porque no fuimos al Montevideo Comics. El resto es una incógnita aún.
¿Qué diferencias hay entre sacar adelante un proyecto documental y hacer una serie de animación?
En la parte creativa, el contraste está por un lado en trabajar con la materia documental donde uno hace una interpretación subjetiva de la realidad y por otro con este universo lúdico de la ficción animada donde todo es literalmente posible y el único límite radica en cuidar al espectador infantil. La chispa inicial viene de lugares diferentes y se traduce en motivaciones diferentes también.
Hacer dibujos animados es divertido a la hora de escribir los guiones, grabar las voces de los actores, dirigir los capítulos, pero es al mismo tiempo un infierno productivo.
La producción se parece a una línea de una fábrica de autos y genera unos desafíos complejos de resolver para la forma en la que estamos acostumbrados a trabajar y la estructura y experiencia que tenemos. En el proceso participa mucha gente que hace cosas muy diferentes, todo es costoso y difícil de financiar porque no hay fondos locales específicos para animación.
El documental es escandalosamente artesanal en comparación y me gusta mucho más.
Idea original y dirección: Juan Alvarez Neme / Guión: Emilio Silva / Juan Alvarez Neme / Ilustrador: Martín Molinaro / Animación: Palermo Estudio / Música Original: Francisco Lapetina / Producción Ejecutiva: Virginia Bogliolo / Producción general: Tarkiomedia