En marzo, el jefe de contenido de Netflix Ted Sarandos y Steven Spielberg se reunieron para discutir sus visiones en torno a los privilegios de premiación que aplican a las películas en sus diferentes plataformas. Spielberg, con su masiva influencia en Hollywood, causó controversia después de los Oscars cuando dijo que las películas sin estreno en los cines eran “películas de TV” y que por lo tanto, sin desmerecerlas, no calificarían para ser nominadas a los premios Oscars, aunque sí para los Emmys. La reunión no selló ningún pacto y hasta parece que el director norteamericano firmó con Apple TV+ para producir junto con su compañía Amblin Entertainment un remake de su serie Amazing Stories (1985-1987). La conversación tuvo recientes aportes desde la convención de exhibidores CinemaCon, en Las Vegas, cuando varios representates de Estados Unidos y Europa defendieron tanto la intención de Spielberg como la idea de que hacer negocios con Netflix es siempre una buena idea. Mejorar asientos, sonido y proyección en las salas, además de la oferta de snacks, es según ellos parte de la apuesta que como dueños de cadenas de cines deben subir, asegurando además que las estadísticas muestran el impacto positivo que tiene para Netflix estrenar películas en los cines. En un mundo ideal, estudios y productoras cumplen con la alta demanda de contenido para que la torta se comparta entre exhibidores y servicios de streaming.
Netflix, por su parte, acaba de terminar una temporada llena de prestigio y éxito con Roma (2018) de Alfonso Cuarón, la cual fue proyectada en cines por tres semanas, período que coincidió, al menos en Uruguay, con su disponibilidad en el servicio de streaming. La posición de Spielberg fue calificada de “anticuada” hasta por fanáticos del director, y el martes 2 de abril el Departamento de Justicia de Estados Unidos le envió una carta a la Academia diciendo que dejar fuera de las nominaciones a una empresa que a fin de cuentas es una competidora más en Hollywood puede llegar a violar una ley antitrust. La Academia recibió la carta y planea incluirla en su reunión del 23 de abril. El asunto de leyes y regulaciones se expande también a la fusión de AT&T y Time Warner, o la de Comcast y NCB Universal, en la que estudios han sido absorbidos por conglomerados de telecomunicaciones y proveedores de Internet, ni que hablar de Disney, el conglomerado de entretenimiento con más ganancias a nivel mundial que acaba de comprar Fox. Si uno lo ve desde esta perspectiva, hay razón en que Netflix piense dos veces antes de hacer concesiones o diversificarse.
El buen cine y ejemplos de excelente arte narrativo pueden venir de cualquier lado. La cuestión es hacer lo posible para preservar y mejorar la experiencia cinematográfica en salas de cine, tanto para creadores como para público, ya que su formato y destino determinan muchos aspectos de su producción (¿qué hubiera sido de películas como Érase una vez en América si Sergio Leone hubiera sido contratado por Netflix?). La postura de Spielberg puede parecer un tanto injusta para películas que merezcan galardones más allá de su plataforma de origen pero muchos se olvidan que posturas similares, como la que sustuvo Cannes el año pasado tras el debate de 2017, parecen empujar al gigante de contenido digital a flexibilizar su modelo de negocios y acercarlo a la experiencia cinematográfica tradicional, aunque hasta ahora lo haya hecho solo con realizadores de renombre. Paul Schrader, guionista de Taxi Driver (1976) y reciente director de First Reformed (2018), aludió a la complejidad del tema en su cuenta de Facebook, diciendo que Netflix no mostró interés en su última película y que de haberlo hecho, el filme probablemente hubiera llamado la atención por un breve período para luego quedar perdida en el inmenso catálogo. Lo que le dio la larga y prestigiosa vida que tuvo por pequeñas salas y festivales fue A24, la distribuidora de cine independiente detrás de películas como Hereditary (2018) y Lady Bird (2018).