En el 17° Festival de Escuelas de Cine organizado por la ECU, hablamos con Albertina Carri, la directora de Los Rubios (2003) y la reciente Cuatreros (2016), entre varias otras películas y cortometrajes. Guiada por ejes temáticos en lugar de por preguntas y respuestas, en la charla Carri se propuso reflexionar sobre la representación, la memoria, la animación en los documentales y la pirateria, entre otros temas que sobrevuelan y son parte de su obra.
Esta no es la verdad, es una representación.
En una representación no se trata de fidelidad, ya que en el momento que estás re-presentando, ya no es lo mismo. El objeto se pierde en parte de ese proceso. Es el cuadro de Magritte diciendo “esto no es una pipa”. En el camino de representar una cosa se juegan un montón de cosas tuyas: ideológicas, filosóficas, o la forma en cómo te paras en el mundo. Godard, dijo que una imagen no existe por sí misma, sino que siempre tiene un fondo, por lo cual un objeto al ser representado pierde cosas y gana otras. Justamente ese fondo. El porqué, desde dónde, para qué y para quiénes fue creada la obra no son aspectos menores.
Acerca de la dificultad de representarse a uno mismo.
Yo nunca creo estar siendo yo cuando me represento. Es un juego que se inicia con Los rubios, con esta idea de poner una actriz que me represente y generar una especie de cosa de cajas chinas, o juego de espejos. Algo que fui comprendiendo a lo largo de los años, con respecto a ese yo, es que es una autoficción. No soy yo la que aparece en la pantalla. Sucede también con Cuatreros, donde hay una voz en off que tiene un yo muy potente que habla todo el tiempo de mi propia historia. Cuando presento a la película siempre digo, un poco como un chiste, “no crean que eso soy yo”. Porque no lo soy, es un yo ficcional con el que trabajo para contar esa historia. Creo que desde el momento en el que el cine es ficción, podes hacer cualquier cosa con ese yo. Expandirlo a tu conveniencia.
Sobre ésta escena de Los Rubios.
Esta es una escena poética y reflexiva. Esa actriz me representa en la película y además devela el mecanismo al contarlo en pantalla. La película juega con mostrar las costuras de cómo se hacen las cosas. Esa escena tiene algo muy fantasioso ya que es un travelling que no tiene corte pero, sin embargo, la actriz vuelve a aparecer una y otra vez. Hay algo del orden de lo surreal.
Lo fantasioso de esta escena, el hecho de que esta actriz (que soy yo) aparezca una y otra vez, es necesario para hablar de la memoria y de la propia imagen. La memoria se compone de muchos elementos, no es algo quieto y seguro. En la memoria, hay un hecho objetivo pero también altos grados de subjetividad en el momento que se recuerda. Y Los rubios trabaja sobre esos grados.
“Exponer la memoria en su propio mecanismo”
Esta frase aparece en un momento de Los rubios, en un cuaderno. Y para mi tiene que ver con la idea de que la memoria no es algo estanco. La memoria no sirve como búsqueda de la verdad, sino que es un órgano vital. Es falible. Ese el leitmotiv de Los rubios. Es una memoria que se encuentra y se desencuentra. Tiene algo polifónico lo cual le da un poco de correlación con el travelling de Analía en el campo.
Acerca de Persepolis (2007), Vals con Bashir (2008) y Los rubios. ¿Qué permite la animación para representar una historia o a uno mismo?
Además de Persepolis, está Vals con Bashir de Ari Folman, que cuenta la masacre de Sabra y Chatila en Líbano. Él participó en ese conflicto como soldado, y vuelve a la memoria para revolver ese momento. Son todas entrevistas que están hechas en rotoscopia, junto a la recreación de los recuerdos de Folman, y todo en animación. Es un documental muy impactante. La animación le permite recrear esa memoria perdida y ahondar en la situación. El cine es un espacio de creación increíble donde hay una cantidad de recursos y herramientas enorme. El asunto es cómo utilizar y dónde, y a partir de eso es lo que se crea y narra.
La animación es un distanciamento, y el efecto es muy directo. Ya no es una persona, es un muñeco o un dibujo haciendo de. En el caso de mis animaciones, yo las he usado de distintos modos y a veces están directamente relacionadas las historias con el muñeco a utilizar. Como con Barbie también puede estar triste (2002), la idea era romper con la estética Barbie y el aura de verdad que tiene esa colección. La hegemonía del deseo de lo femenino, todo ese universo. Y en el caso de los playmobiles de Los rubios, es la posibilidad de representar algo irrepresentable, que era el secuestro de mis padres. La forma hace al contenido, esa también es la búsqueda de la película. Lo que cuento está totalmente atravesado por cómo lo cuento. La batería de recursos, ya sea la animación u otra herramienta, es necesaria para llevar a cabo la película.
Hablar de la ausencia en cine. Ejemplo: Ni tsutsumarete (Embracing, 1992) de Naomi Kawase.
La ausencia es muy difícil de representar, justamente. Se necesita de recursos que suelen ser más cercanos al cine experimental o a la plástica, un poco por la condición de verdad que se le adjudica a la imagen como tal. Cuando queremos representar algo que no está, aparece la necesidad de destruir ese orden de “lo verdadero”, y algunas formas de hacerlo son este tipo de herramientas como montajes no lineales, sobreexposiciones, entre otros.
Ese corto es como una fantasmagoría. Hay fantasmas que se aparecen en el material de archivos que hay sobre el minuto 28:00. Incluso hay momentos en los que parece como si ella quisiera meterse en esas imágenes. Con respecto a la ausencia, cuando aparecen las superposiciones hay un intento de reconstrucción o de comprender qué es lo que falta.
¿El director de cine tiene responsabilidades? ¿Qué pasa cuando hablamos de un país?
Yo no creo estar nunca representando a la Argentina, y la Argentina no me representa tampoco a mí porque no me veo en ese imaginario. Hablo desde el lugar de “falta de voz”, en mi cine hay una búsqueda por encontrar una voz que en general no está representada. Ahí es donde yo encuentro una ética con respecto a lo que hago, me puedo equivocar pero creo que está allí. Y asumo mi responsabilidad que es la de narrar, y ninguna otra. Lo hago teniendo en cuenta un marco. Es la creación de un universo propio, nos guste o no. Además de todo lo narcisista que tenemos los directores y directoras, superada esa instancia, hay una necesidad de contar determinadas cosas. Son invitaciones a reflexionar, y en esa reflexión existe la posibilidad de pensar otras formas de vivir.
En el final del El lobo de Wall Street (2014) de Scorsese donde Di Caprio dice que la demanda es algo que se inventa. Es algo para pensar en relación al cine comercial. Éste peca de la idea de que lo que ellos ofrecen es “lo que la gente quiere”. ¿Es lo que la gente quiere o es lo que le inventamos a la gente? La creación de nuevas imágenes, nuevos relatos y espacios audiovisuales es la posibilidad de que la gente se dé cuenta de que no necesariamente era eso lo que quería, sino que no tenía otras opciones alrededor.
Sobre la piratería.
Yo siempre alenté a que pirateen mis películas, cosa por las que tuve algunos problemas en algunas charlas. Durante mucho tiempo siempre fue muy difícil ver cine, ya que las carteleras tenían criterios muy conservadores. La manera de ver películas interesantes era a través de la piratería. Me formé en cine gracias a la piratería, no gracias a los estrenos. O también, pero en contra.
Por otro lado, hay todo un entramado con el tema de los derechos y las distribuidoras. A los autores en realidad no les llega nada, y los directores hacemos las películas para que sean vistas.
El deseo de rayar el negativo y mantener la película viva.
La idea de rayar el negativo es que la película después no se guarde en el cajón. Un día la ves y es una cosa, después de rayada te vas a encontrar con otra película. En el caso de Cuatreros para mí es un texto vivo que se tiene que ir modificándose a sí mismo.