El documental de Guzmán García trata sobre el grupo de teatro comunitario Ateneos, un espacio donde personas de cualquier edad pueden ir a expresarse. Guiados por un director, preparan la obra “Mirando al cielo”. A través de los ensayos, conocemos la historia de estas personas y vemos el vínculo que establecen entre la práctica expresiva y su vida cotidiana.
Hay una línea muy delgada entre lo que somos y lo que hacemos. García se encarga de dejar en claro esa relación, combinando momentos en los que los protagonistas cuentan sus historias, con otros donde los vemos ensayando la obra. Hay un diálogo evidente entre la experiencia de estas personas y la catarsis que se genera en escena, un vínculo realidad-representación que es muy fuerte: los personajes que encarnan estas personas se asemejan mucho a ellos mismos, y la vez se distancian, permitiéndoles curar heridas del pasado. Por ejemplo, ellos tienen que inventar una razón por la cual sus personajes terminan en la cárcel: cada uno elabora una razón que, descubriremos, tiene que ver con sus vidas. Asi, una mujer que sufrió violencia doméstica lleva a su personaje a la cárcel por pegarle dos tiros al marido. Otro cuyo padre estuvo preso por robar, hace que a al personaje le pase algo parecido. Algo aparece en el medio de lo real y lo representado.
La película nos muestra fragmentos de realidades auto-relatadas, de manera simple, convencional e intimista. No pretende abarcar las historias con todos los detalles y las complejidades, no es cuestión de saber todos los pormenores de la vida de una persona o de profundizar en el debate de cómo nos mostramos a nosotros mismos, sino elaborar un relato casi minimalista acerca del dolor y la expresividad. García es consciente de las miles de aristas y problemáticas que surgen a la hora de pedirle a alguien que hable sobre su vida frente a la cámara. En una entrevista para la diaria, él dice que no le interesa hablar sobre cómo estas personas se representan a ellas mismas, o pedirles que hagan el ejercicio de actuar su propia historia, lo que habría dado por resultado una película muy diferente. “Acá lo primero es la potencia emocional que genera el discurso del otro, y no el proceso o la representación. Sé que la mía es una postura inocente, porque el ser humano siempre es una auto-representación, y mucho más cuando tiene una cámara enfrente”.
El documental logra ser simple con buenos resultados. Vale destacar el trabajo de fotografía de Marcelo Rabuñal y Arauco Hernández, y la música de Sofía Scheps y Julián Crispino, que le dan el toque final al clima intimista y hogareño que caracteriza a la película. Al igual que la vida de estas personas, la película está rodeada de millones de otras historias más grandilocuentes o llamativas. No busca competir con esto ni ser una gran película, sino simplemente darle voz a la difícil experiencia de algunas personas, y reflexionar acerca de cómo las prácticas expresivas nos permiten encontrar alivio, encontrándonos y perdiéndonos al mismo tiempo.
Título: Mirando al cielo / Año: 2017 / País: Uruguay / Duración: 78 minutos / Dirección: Guzmán García / Fotografía: Marcelo Rabuñal, Arauco Hernández / Música: Sofia Scheps, Julián Crispino /Producción: Martín Ubillos, Mercedes Sader, Patricia Oliveira, Sebastián Bednarik, Guzmán García.