Todos contra Iñárritu

Desde su primera película Amores Perros, Alejandro González Iñárritu ha forzado a sus espectadores a sentir pena y lastima por cada uno de sus personajes, sin otro ánimo que el de exponer sus ideas personales sobre la naturaleza humana y el mundo. De esta forma sus películas son cargadas como metralletas con resúmenes apurados de los temas importantes, personajes miserables y sentimientos exagerados hasta el hartazgo.

La decepción anunciada al ver la última película del mexicano más famoso de Hollywood (The Revenant) nos ha hecho pensar en todas sus anteriores películas hasta la mencionada, y descubrimos que a ninguno nos gustó ninguna de las que vimos. Pero no sólo eso. Detectamos en Iñárritu una naturaleza explotadora y nos pareció que no sólo hace malas películas, sino que además es un tipo peligroso debido a su capacidad y éxito en vender humo como buen cine. Por eso (y porque acaba de volver a ganar un Oscar) es que decidimos repasar todas sus películas. La de The Revenant está disputada y la guardamos para el final, en unos días.

Escriben: Catalina Alonso, Flavio Lira, Juan Andrés Belo, Agustín Fernández

 

amoresperros

AMORES PERROS, 2000

En su momento la primera película del mexicano, dicen, fue un hallazgo. La película tiene un pulso que es admirable. Las cosas suceden a una velocidad que se justifica porque se trata, nada menos, de las historias que se desenlazan tras un accidente de tránsito. El tránsito vertiginoso es el plano motorizado de una realidad igual de vertiginosa donde las decisiones deben ser tomadas rápidamente y donde no hay nadie que pueda salvarse de DF, que parece tragárselo todo. Filmada como un documental por momentos, yendo para atrás y adelante en el tiempo como lo hiciera unos años antes Tarantino en Pulp Fiction (madre absoluta de ésta aunque infinitas veces más audaz y mejor película), Amores Perros se ganó a la crítica y al público. E Iñárritu, el muchacho de 37 años que había vivido aventuras en barcos pesqueros por el atlántico, Europa y África, y que había vuelto a su país para formarse en la Universidad Iberoamericana, mostró que sabía lo que hacía cuando tenía una cámara en la mano.

Vista en retrospectiva y con cinco películas realizadas posteriormente, Amores Perros no parece más que la cuota justa de trama social y acción rápida que necesita la película de cualquier mexicano para que le den bola en Hollywood, una formula aquí muy simplificada. En Amores Perros están los personajes muy ricos y los muy pobres, metidos en una licuadora que los matará a todos o los hará pasar mal solo por el hecho de existir. La licuadora ahora tiene nombre y un legado, pero era difícil saberlo en el 2000. La licuadora sin dudas sabía lo que hacía y sabía donde quería meterse con su cine. Y aquella escena donde García Bernal mira a una famosa estrella modelo rubia en la TV y se muestra la distancia insalvable entre esos dos mundos (y nosotros creíamos que el director estaba del lado de Bernal) ahora parece un chiste, pues las estrellas a Iñárritu le importan, y cuánto. (AF)

 

21gramos

21 GRAMOS, 2003

El alma pesa 21 gramos. ¿Saben como lo sé? Porque Iñarritu me lo dijo. Ba, en realidad lo dice Sean Penn en voz en off al final para explicarnos el nombre de la película. Aunque si vamos al caso creo que lo dice otro personaje antes, pero tanto no me acuerdo porque ví esta garompa hace como 13 años sólo porque estaba Naomi Watts que en Mulholland Drive estaba preciosa, y porque capaz en una de esas Sean Penn mostraba el ojete (Penn muestra el ojete en solo tres películas. Esta no es una de ellas).

La cosa es que el monólogo de los 21 gramos viene justo cuando el personaje de Sean Penn se está muriendo, aunque esto ya lo sabíamos desde el principio porque la película esta narrada en desorden. Es como si uno tirara un montón de piezas en el aire y las fuera viendo a medida que van cayendo, y te van cayendo como el culo (el culo que Penn no muestra). Y todo eso viene en un plan Belleza Americana de que ha encontrado la iluminación y está feliz y zen porque está muerto. Y esa bolufrase gigante del alma pesando algo ni siquiera es lo más estúpido y ridículo de esta garcha infecta con pus y gusanos. No. Lo peor es que la cronología azarosa no tiene ningún sentido narrativo ni estético. Es solo un accesorio para hacernos creer que vimos gran arte. Lo cual es de lo más consecuente con la filmografía de Iñarritu (o eso creo, porque después de esta y Amores Perros me negué a ver cualquier otra cosa que pudiera llegar a hacer). O sea, está ahí porque si uno la armara cronológicamente sería la trama de María la del Barrio solo que sin los momentos de goce puro y duro (duro duro duro pero seguro) que nos daba Soraya Montenegro. Resumiendo: 21 gramos es una telenovela  sin lo gracioso de una telenovela, y con todo lo malo de alguien realmente, pero REALMENTE queriendo decir ALGO, aunque en realidad ese algo solo sea aire y vacío. (FL)

 

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BABEL, 2006

Si Amores Perros y 21 Gramos significó el aval de papá Oscar hacia su estética mezquina, donde la tragedia importa como recurso (narrativo, emotivo) y no como suceso de una cronología en sí, y donde las oportunidades concretas de los personajes para salvarse de una situación de vida o muerte son menos importantes que el golpe que pueda sufrir el espectador con su escenificación publicitario-realista; Babel representó el pavoneo galante de Iñarritu, su ánimo de consagrarse como Gran Artista Internacional, y desde donde le meneó el trasero a Hollywood que fue tras él con la mano estirada. Las nominaciones llovieron para esta co-producción entre Francia, México y EE.UU, que no es otra cosa que un remake temático de las anteriores colaboraciones entre Arriaga –guionista- e Iñarritu: incomunicación, aislamiento, el choque con “el otro”. Conceptos aislados, vacíos, pero importantes por consenso global. Situaciones que entran en ebullición a prepo, como aquel cruce de aduana de los personajes mexicanos que termina en tragedia, porque todos son demasiado inconscientes para decir con claridad lo que está pasando, aunque sea evidente. Eso sería revelar el tema, y el TEMA es para Iñarritu la forma que encontró de encerrar a sus personajes y castigarlos, siempre envueltos en una maquiavélica puesta en escena de ONG moralista, cuyo único objetivo, como demuestran sus dos últimas películas, eran ensalzar su ego y abultar sus bolsillos. (JAB)

 

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BIUTIFUL, 2010

Después de Babel, Guillermo Arriaga (guionista de las tres primeras películas de Iñarritu) tuvo un problema de derechos autorales con su compatriota y se abrió. Iñarritu, por su parte, quiso demostrarle que podía seguir con su misión de construir relatos miserabilistas sin su ayuda, y llamó a los argentinos Armando Bo Jr. y Nicolás Giacobone (que luego lo acompañarían en el guión de Birdman) para bajar a texto una idea propia. El resultado es el mismo de Babel, sólo que más espeso. Tráfico de personas, explotación de inmigrantes, homosexualidad sórdida, enfermedades terminales. La película desciende vertiginosa hacia la cloaca que destapa, sin que los sucesos tengan mayor importancia que la desgracia en sí. De nuevo, los personajes se ven desbordados porque la narración no les da respiro, como si algún eje del mal (oculto a todos los efectos, porque revelarlo sería revelar los hilos del titiritero mexicano) los hubiese señalado. Es preferible un director incompetente que no toca temas sensibles, a un director con oficio que toma sin escrúpulos cualquier infortunio de la realidad para ponerlo en escena con un montaje frenético y cámara en mano, sin medir por un segundo que reproducir sin miramientos la miseria y la desgracia de una sociedad, es también celebrarla. Y es peor aún explotarla con el simple afán de construir un divertimento reaccionario para las grandes masas con “consciencia social”. (JAB)

 

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BIRDMAN, 2014

En sus películas Iñárritu nos ha acostumbrado a conformar una lista de todos los tipos de personajes que se supone deben estar en las buenas películas para que sean capaces de suscitar las situaciones que se supone que deben suceder en una buena película. Película buena es igual película importante, o esto es lo que entienden Iñarritu y los premios Oscar. Así como en las anteriores eran los enfermos terminales en contextos de familia complicados y los ladrones miserables en contextos sociales comprometidos (siempre unidireccionales es sus intenciones y en sus sentimientos además) aquí (ya que estamos hablando de Broadway) tenemos al actor fundido y disconforme, al actor pedante, a su hija que sale de rehabilitación, a la crítica malvada, a un productor medio afeminado, actrices lesbianas, desnudos porque sí, y mucho éxtasis y nerviosismo. Porque esto es el teatro, “no te cohíbas” (dice Norton).

Todo este paisaje está empañado, además, por un plano secuencia de principio a fin que distrae en su intento por permanecer y que, aunque es una hazaña (nadie lo duda), entorpece en el camino hacia lo que es importante y por lo que supuestamente Birdman e Iñárritu velan, quedando toda la hazaña en una mera virtud técnica en función de sorprender. Sorprender y nada más que eso. Así solo nos queda suponer, como se nos promete, que lo que le importa a Bridman es reflexionar sobre (contra) la fama y los medios, en función de hacer valer el arte verdadero. Pero pronto descubrimos que tampoco. Descubrimos que en realidad estamos frente a una película que va corriendo atrás del reconocimiento de esos medios para conseguir dicha fama, y que tiene además la grave intención de querer dividir las aguas entre el buen arte y el arte popular. Incluso sus personajes. Toda la situación con la crítica malvada, a quien el personaje de Keaton odia, queda doblegada hacia el peor lado posible cuando finalmente descubrimos que por todo lo que estaba trabajando el personaje de Keaton era por su crítica favorable y por su reconocimiento, nada más. En Birdman, como sucede en las publicidades, las pocas ideas se simplifican y luego se entreveran. (AF)

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1 comentario

  • Dani dice:

    Parece que algunos frustrados y resentidos sociales han decidido ser críticos de cine y este es el resultado, jajaja pobres de verdad deseo que como decimos en México encuentren un chile que les embone y si es el de el negro Iñarritu mejor jajaja

Los Comentarios están cerrados.